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Persecución y clandestinidad

Rocío García

En la noche del pasado 30 de mayo, el cartel anunciador de la Asesoría Fiscal de Aomar Mohammeddi Duddu, en la calle Aizpuru número 29 de Melilla, apareció tachado con un aspa de pintura negra. Desde hace unos meses, quizás coincidiendo con la aparición de la asociación Terra Omnium, colectivo formado en su inmensa mayoría por musulmanes, que, en palabras de su presidente Mohammeddi Duddu, pretende que "se empiecen a respetar los derechos humanos", se han agudizado las persecuciones y tensiones con los moros.

Mohammeddi Duddu fue recientemente suspendido de militancia en el PSOE de Melilla, diez días después de publicar un artículo en este periódico denunciando la situación, "por realizar declaraciones como integrante de un colectivo denominado Regeneración Socialista", según la nota oficial. Ciertos; sectores de la ciudad apuntaron que la causa de la suspensión de Aomar podría ser su condición de musulmán, lo que ha sido desmentido por la ejecutiva socialista melillense, y días después de la polémica suscitada por esta solución, y en una decisión calificada en algunos medios de salomónica, fue suspendido también de militancia el cristiano Justo Sancho, actual director del hospital de la Cruz Roja e integrante asimismo del colectivo.

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En medio del olor a sándalo y una vez bien comidos para poder resistir la rígida dieta que impone el Ramadán, los jóvenes musulmanes afirman casi al unísono, delante de un delicioso té verde: "El mejor recuerdo que tenemos los musulmanes son los 15 meses de servicio militar en la península".

Quizás la vida demasiado tranquila de la ciudad, sobrecargada de legionarios y militares, y la sensación de claustrofobia de la ciudad, sólo salvada por algún esporádico viaje a la península, lleve a más de uno a engrandecer su situación y sus aires de protagonismo, salpicado, las más de las veces, con grandes dosis de clandestinidad. Todo ello suavizado por el carácter amable y abierto de los melillenses.

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