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A la memoria de

El artista comparte en la dedicatoria el viaje contra el olvido

"Messieurs, mesdames, mon amour...". Así comenzó Louis Aragon más de una conferencia, mientras miraba a los ojos de Elsa Triolet, según evoca Carlos Barral en sus memorias. Es más: Jaime Salinas sorprendió a Aragon ensayando la frase ante un espejo. La dedicatoria, unida a la obra de arte, puede pasar inadvertida. Dramática como la cárcel de Reading en la que Oscar Wilde sitúa la que precede a De profundis, o en forma de dibujo, como las que regala Rafael Alberti a sus amigos, es un género esquivo a la clasificación, aunque lo define, quizá, el deseo de compartir con alguien el viaje contra el olvido que emprende el artista en la obra de arte.

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Los eruditos no terminan de averiguar quién es el W. H. a quien destina Shakespeare sus Sonetos, texto repetido por Fernando Savater -con una sola letra cambiada- en su última novela: "Al verdadero inspirador de los presentes sonetos Mr. W. H. toda la felicidad y esta eternidad prometida por nuestro inmortal poeta desea el que con sincero deseo aventura esta publicación." Firma T.T. Por una razón misteriosa todo este texto va unido con guiones.Ambiguas son también las palabras que anteceden el Fausto, de Goethe: "Visiones flotantes que en mis juveniles años os presentásteis ante mi turbada vista, ¿podré ahora, que reaparecéis, sujetaros a mi voluntad?..."

Distinto es el texto muy elaborado (se conocen varios borradores) que escribe Charles Baudelaire para su Spleen de París: "A Arsène Houssage. Mi querido amigo, le envío una pequeña obra de la que no se podría decir, sin injusticia, que no tiene ni cola ni cabeza, puesto que todo, por el contrario, es cola y cabeza, alternativamente y recíprocamente. Considere, se lo ruego, qué admirables comodidades esta combinación nos ofrece a todos..."

Irrepetible es igualmente el lugar en el que Oscar Wilde data su Epístola: In carcere et vínculis (De profundis), su respuesta a quienes le encarcelaron por inmoralidad: "A lord Alfred Douglas. Prisión de su Majestad. Reading". La justicía, o la injusticia, inspira también la versión definitiva de Madame Bovary, que Gustave Flaubert ofrece a Marie Antoine Jules Sénard, el abogado que defendió con eficacia el arte del libro frente a la ceguera de quienes lo acusaban de inmoral.

A veces, el contraste entre obra y dedicatoria es notable. Es el caso de Emilio Carrère, que en 1916 ofrece su Dietario sentimental "a Rodolfo Gaona, héroe de la fiesta de la sangre, que sabe sonreír cuando la muerte le roza los caireles".

Aunque breve, el pequeño texto puede encerrar una historia apenas entreabierta. Juan Ramón Jiménez escribe Platero y yo "a la memoria de Aguedilla, la pobre loca de la calle del Sol que me mandaba moras y claveles". ¿Qué historia de ruina se esconde tras el texto, menos explícito, de Juan José Domenchina que antecede su Pasión de sombra (1944)?: "A Ernestina, ejemplo conmovedor -y enorgullecedor- de nueva pobre".

La amistad se deja percibir tras la frase manuscrita de Luis Cernuda en un ejemplar de sus Poemas para un cuerpo: "A Fernando, puesto que amistad es desprendimiento". Tras la firma: "Domingo 25 de julio de 1956, llegada a Valencia". Más frío es quizá el ejemplar de El joven marino que destina "a Julio Vázquez, con un cordial saludo". José Hierro escribe antes de Quinta del 42: "A Aurelio García Cantalapiedra, el amigo fiel, comprensivo y entrañable. Adjetivos que parecen tópicos a los extraños. Insuficientes a los amigos.

Entre artistas

Leopoldo Azancot se considera el peor dedicador del mundo, hasta el punto de que cuando le piden una se azora, pierde el norte y se le olvida del nombre de quien se la pide, aunque sea amigo suyo. Eso le coloca en situaciones embarazosas. Una vez se aviene a escribirla, su fallo es carecer de imaginación, y tiende a escribir trivialidades.

Sorprende a veces la sosez de ciertos autores, caracterizados por su ingenio, en dedicatorias impresas. El molino de viento, de Eugenio d'Ors, está destinado "a María Adelia de Acevedo, artista maravillosa en la amistad y el diálogo". Según Azancot, un hábil escritor para este oficio es Jesús Torbado, a quien vio en cierta ocasión escribir tres folios sin levantar la pluma... para una conocida librería de Madrid.

Son frecuentes los ofrecimientos entre artistas. Rafael Alberti destina escuetamente "a Picasso" su poemario A la pintura, sobre pintores y líneas y perspectivas. Vicente Aleixandre escribe Ámbito para Manuel Altolaguirre. Federico García Lorca destina sus Canciones a Pedro Salinas, Jorge Guillén y Melchor Fernández Almagro.

A la memoria de

Lorca gustaba dedicar, y muchos de sus poemas llevan un destinatario expreso. Romance de la luna, luna, su hermana Conchita García Lorca; Preciosa y el aire, Dámaso Alonso; Romance sonámbulo, Gloria Giner y Fernando de los Ríos.El ofrecimiento a un colega significa admiración, pero a veces toda una declaración de principios estilísticos, el reconocimiento de un maestro en el oficio. Ése sería el caso de Azorín, que escribe Lecturas españolas "a la memoria de Larra". León Felipe crea Ganarás la luz "a la memoria de Juan Larrea, maestro de poetas,/ de los que acaban de nacer,/ de los que van a venir". José Paulino, profesor de Literatura, observa un carácter programático en la juanramoniana "a la inmensa minoría" de su Poesía en verso, contestada quizá por Blas de Otero con "a la mayoría, siempre".

La sufrida esposa

Fernando Díaz Plaja comenta que muchos libros son dedicados por el autor a "su sufrida esposa, que ha tenido la paciencia de aguantar mientras escribió". Sería ése el caso de Ramón Gómez de la Serna, que destina Automoribundia "a mi mujer, Luisa Sofovich, que me ha acompañado románticamente tantos años, y a la que debo las confidencias de mi larga vida de aspiración al Ideal".

Leopoldo Azancot ha ofrecido algunos de sus libros a sus cuatro hijas, de mayor a menor, y de forma escueta. El rabino de Praga, por ejemplo, a Marta, una de sus hijas mellizas de 19 años. Aunque ellas -dice el escritor- le piden que sea más explícito y se extienda más, él considera suficiente que sepan suyo el libro. Otro obsequio a hija es. el que hace Gabriel de Armas de su obra Donoso Cortés "a María Etrella, con mi amor de padre".

El olvidado Maxence van der Meersch, autor de Cuerpos y almas, de gran éxito en 1946, escribió: "A mi padre, en recuerdo de gratitud y de afecto por la ternura con que rodeó mi juventud". Pero el poeta puede diferenciarse en el lugar común: Jorge Guillén, por ejemplo, en la edición de 1936 de Cántico: "A mi madre, en su cielo". En la edición de 1950 el poeta amplió el verso al poema Dedicatoria inicial.

Según María Luisa López Vidriero, bibliotecaria de la Biblioteca Nacional, quizá la dedicatoria tiende a tener mayor auge en el siglo XIX, con el apogeo de la novela burguesa. Fernando Savater tiene la impresión de que este arte, indispensable para él en todo libro, tiende ahora a ser más privado, menos explícito.

Al amparo del rey

Domingo Ynduráin, catedrático de Literatura Española, explica que entre los siglos XVI y XVIII el estilo de las dedicatorias es similar: muy formales, son textos escritos con el respeto del vasallo al superior. Por lo general hay una alabanza, una petición de perdón por las faltas que se hayan podido cometer.

Erasmo dedica el Enchiridión con las armas del emperador en la portada. Es una petición implícita de ayuda y protección, cuando no ideológica, monetaria. Es notable a este respecto la dedicatoria del tratado Pedacio Dioscórides Anazarbeo acerca de la materia medicina y de los venenos mortíferos, realizada por Andrés de Laguna, y catalogado en la Biblioteca Nacional.

Sólo el título de la dedicatoria -siete páginas de apretada letra-dice así: "Al serenissimo, inclyto, y muy poderoso señor, don Philippo, por la divina clementia Rey de Ingalaterra, y de Napoles; Duque de Milan; Principe heredero de la India Occidental, y de todos los Reynos de España; Protector y Restaurador de la Fe." Y comienza: "Tiene por averiguado entre todos los escriptores, ansi Griegos, como Latinos, Serenisimo, Inclyto, muy Poderoso Señor, que el inventor de la Medicina fue solo Dios Immortal, como cierto va fundado en razon, pues parece cosa imposible que un hombrezillo boçal, e formado en un poco de lodo, el qual apenas vee lo que tiene delate, pudiera de simesmo cóprehender, ò alcançar, tantos y tan sublimes mysterios, quátos cótiene en fiel arte Medicinal, si el q le diô vida e ser, no se los declarara".

Jorge Luis Borges, notable autor de todo tipo de prólogos y ofrecimientos, escribe un epílogo a sus obras completas que es la hipotética presentación de su obra en una enciclopedia del siglo XXI. Dice entre otras cosas: "El renombre del que Borges gozó durante su vida, documentado por un cúmulo de monografías y de polémicas, no deja de asombrarnos ahora. Nos consta que el primer asombrado fue él y que siempre temió que lo declararan un impostor o un chapucero o una singular mezcla de ambos. Indagaremos las razones de ese renombre, que hoy nos resulta misterioso".

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