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Crítica:CINE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Triple plagio

Brian de Palma avala las cuatro esquinas de Doble cuerpo, con su firma: es productor, argumentista, guionista y director. ¿Orgullo de autoría? Sólo le falta firmar la música para imitar los títulos de crédito de las películas de Charles Chaplin o sancionar con su sello la fotografía y así emular la memoria de Joseph von Sternberg. Pero las analogías con estos dos legendarios cineastas se quedan en esa insulsa epidermis, mientras los plagios de su filme circulan por otras cloacas. Todo un autor. Cuando un cineasta imita con talento a otro, le hace un homenaje; cuando copia de él sin talento, lo plagia. Es posible que Brian de Palma, con su buen oficio y mejor cinefilia, haya querido homenajear en Doble cuerpo a Hitchcock y, en menor medida, a Steven Spielberg, Fritz Lang y Roger Corman. Pero, ya que lo ha hecho con nula imaginación, su homenaje se queda en un vulgar plagio a ras de suelo. Vayamos por partes.

Doble cuerpo

Guión: Robert J. Avrech y Brian de Palma, sobre un argumento de Brian de Palma. Dirección: Brian de Palma. Producción norteamericana de Brian de Palma para la Columbia, 1984. Fotografía: Stephen H. Burum. Música: Pino Donaggio. Intérpretes: Craig Wasson, Gregg Henry, Melanie Griffith.Estreno en Madrid: cines Pompeya, Gayarre y Saínz de Baranda.

Vértigo y ventana

La historia que cuenta Doble cuerpo es una combinación de las dos contadas por Hitchcock en Vértigo y La ventana indiscreta. De la primera no sólo toma al pie de la letra la enrevesada intriga, sino también el tono del relato, que en las escenas de persecución de la esposa adquiere una molesta identidad incluso de encuadres -escena de túnel, calcada de la de la torre en Vértigo- y música de fondo, con el largo e inquietante trémolo de violines incluido.Identidad de trama entre Vértigo y Doble cuerpo: un marido que quiere matar a su esposa prepara como coartada una falsa esposa y un falso testigo de su asesinato, con variantes que le sirven a Brian de Palma para mal disimular su condición de perista, como la conversión del vértigo del testigo burlado en claustrofobia o el cambio de la mujer suplantadora de prostituta de acera en actriz de porno duro. Sutiles, originales e imaginativos camuflajes, como se ve.

De La ventana indiscreta Brian de Palma y cómplices roban la inconfundible disposición del eje visual del escenario de ventana a ventana, para poner en marcha un espectacular y sinuoso juego de miradas y contramiradas, incluido el plagio al pie de la letra del famoso plano en que el mirón descubridor del crimen descubre que a su vez ha sido descubierto por el asesino. Rizo de rizos en el mal arte de la depredación estética, que Brian de Palma intenta matizar con otras alusiones a otras películas algo más secretas que estas dos joyas de la inventiva de Hitchcock.

Hay una leve alusión a la famosa elipsis total -un instante en que toda la película parece soñada por el protagonista- de La mujer del cuadro de Fritz Lang, y otra igualmente leve de la chillona iconografía de Roger Corman en aquellas de sus películas sobre cuentos de Poe en que hay enterramientos de vivos, que son varias Ambas alusiones, por su exterioridad, pueden disculparse, sobre todo si se tiene en cuenta que junto a ellas hay otra alusión más gruesa y nada exterior, que abarca la mecánica de rodaje, de encuadre y de planificación.

Este tercer plagio lo es de una secuencia fuerte de Tiburón, de Steven Spielberg: aquella en que el joven oceanógrafo explora nadando los restos de una barca que ha sido atacada por el pez homicida. La planificación y montaje de la escena de la depuradora en Doble cuerpo es calcada y en ella no cabe la coartada del homenaje: es un plagio no argumental, de tono y estilo sino de mecánica narrativa, de encuadre e incluso de manejo del factor sorpresa o susto.

Hasta los mejores cineastas han robado algún plano de algún filme que aman, pero hacer una película íntegramente con robos es una fechoría sin antecedentes. Esto inhabilita de raíz a Doble cuerpo, cuyo único interés deriva hacia el juego de divertirse descubriendo el origen de las incontables campanas ajenas que suenan esta película descaradamente firmada cuatro veces como propia.

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