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Nicaragua y las democracias

En Washington, París, Roma, de repente hemos retrocedido en el tiempo varios decenios, a la época de la guerra de España o, aún más atrás, a la de Cuba. A la época del compromiso de los intelectuales. Si estás por la protección de Nicaragua, o eres un estalinista camuflado, o un ingenuo incorregible que aún espera que los comunistas puedan acomodarse a la democracia. Pero si te resignas a la intervención directa o indirecta ( ... ) de EE UU, entonces privas a un pueblo de sus derechos, que incluyen, ¿por qué no?, el derecho al error ( ... ).El presidente español ha tenido la misión de convencer a Ronald Reagan de que los mejores intermediarios de Occidente en Latinoamérica son los europeos (sobre todo los españoles) y que debido a la impopularidad de los Estados Unidos deberían, en suma, ser sus delegados. Como los franceses y suecos, los españoles piensan que si hay una sola oportunidad para que Nicaragua no sea una nueva Cuba, no es interviniendo militarmente como se puede conseguir, sino dejando que los europeos faciliten un sostén masivo al ala liberal y reformadora del sandinismo.

"Pasan cosas atroces en casa de sus amigos sandinistas", ha dicho el americano. El español ha contestado que tales cosas atroces ocurrían ( ... )en todos los sitios, sobre todo en torno a Nicaragua ( ... ).

17 de mayo

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