Cuba y 'Conducta impropia'
El pasado 17 de abril escribí a su periódico una carta -folio y medio- comentando la primera entrega de Conducta impropia, que no fue publicada. El 12 de mayo -casualmente domingo- leí una réplica de N. Almendros y O. Jiménez Leal a un artículo certero que Diego Galán escribiera. Ignoro las razones por las que no fue incluida mi carta. De todas formas, intuyo que escribir a EL PAIS sin llamarse Barrionuevo, o arremeter de mala manera contra su diario, o quemar públicamente la suscripción por la marxistización (unos) o derechización (otros)... y un corto etcétera es como echar una botella en el mar. Reconozco que el volumen de cartas recibidas diariamente ha de ser notable, aunque no deja de ser curioso observar el tipo medio de cartas que despegan -y su contenido-, cuando uno tiene la suya con tarjeta de embarque. En mi carta realizaba una defensa de la globalidad del proceso cubano; tan firmemente como es justo reconocer que hay errores parciales. Pero la exposición de errores parciales, sin contextualización y sin referirse a otros aspectos de la revolución cubana, y haciendo de esos errores escaladas -incluso psicoanalíticas, "todos llevamos un Castro dentro"- a toda Cuba, es una sesgada manipulación para liquidar aquel socialismo. También me refería a la Nicaragua de hoy y al paralelismo subliminal que algunos pudieran hacer -para regocijo de bastantes y desencanto de aquellos para quienes las revoluciones o transformaciones en profundidad son poco más que encomiables aventuras juveniles condenadas a fracasar-. Y al final, hablaba de los héroes, personajes nuestros más o menos públicos (políticos, poetas.. .) y de su cansancio, como decía Cristina Peri Rossi. Olvidan la ética preocupados por la estética ("sin que eso signifique / que cuando hay un momento de respiro / no leamos a Rilke, a Verlaine o a Piatón"). Mis citas de Cortázar o mis referencias a las violaciones norteamericanas contra Nicaragua -no tan ferozmente recordadas-, o al oligopolio de la información internacional, o a los empobrecidos -por otros, claro- de Haití, Guatemala, Bolivia, favelas de Río, cinturones de Caracas..., navegan aún en un papel entre un mar que nunca pensé fuera tan grande.Creo que la próxima vez pondré a mi pequeña botella luces de navegación.-
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