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La Semana de la Historieta llevó a la práctica algunos de los utópicos inventos del 'TBO'

La celebración del 'comic' concluyó ayer en Madrid

Uno de los utópicos inventos del TBO, la mecedora-ventilador, fue uno de los logros de la II Semana de la Historieta de Madrid, clausurada ayer, a los cinco días de su inauguración: el movimiento de la mecedora acciona dos fuelles que mueven dos ventiladores sobre la cabeza de quien se mece. Un sencillo y eficaz invento puesto en práctica por la madrileña Banda de Maravillas.

La semana dedicó la primera exposición a la historia del tebeo madrileño, desde principios de siglo, y organizó muestras de Antonio Hernández Palacios (El Cid, Euskadi en llamas ... ) y el argentino Alberto Breccia (Mort Cinder), cuya última producción, VIad Draculah, no sólo rompe la imagen tradicional de Drácula, sino que el dibujante cambia de línea sin perder su estilo.En la feria madrileña de la historieta, organizada por la Consejería de Cultura de la Comunidad de Madrid, convivieron el espíritu de divulgación y el comercialismo, aunque predominó lo primero. Las principales editoriales españolas ofrecieron colecciones y revistas adquiribles en cualquier quiosco, y apenas alguna novedad. El sábado por la mañana, un editor decía a sus empleados: "No nos movemos hasta que vendamos todo".

Pero la semana proponía también un taller para niños, en el que el dibujante brasileño Mauricio de Souza y su equipo iniciaron a más de 1.000 chiquillos en el dibujo animado, y diversos dibujantes, como Adolfo Usero, dieron clases sobre el género. Usero, por ejemplo, explicó el sábado a una atenta audiencia escolar la necesidad de cuadricular el cuerpo humano antes de dibujarlo. Niños de cinco a diez años de una escuela de Cercedilla, expusieron figurines de barro inspirados en personajes como Lucky Luke y Astérix; y entre los dibujantes inéditos, Ángel Blázquez propuso su visión de un cuento de Mario Benedetti. De acuerdo con las tendencias de los últimos años, dominó el dibujo sobre el guión, centrado éste en líneas generales por la ficción científica y el cuento urbano.

Tebeos a 2.000 pesetas

También hubo pruebas de la tendencia de ciertas editoriales a encarecer un producto tradicionalmente accesible reduciendo las tiradas de obras aún no conocidas en España. La casa Unicorn ofrecía Blitz, álbum francés de línea clara, a 2.000 pesetas, con el pretexto de que se trataba de una edición numerada: el sábado a mediodía, jornada de mayor afluencia, se habían vendido dos ejemplares. También se ofrecían a 2.500 pesetas carpetas, como en las galerías de arte, de Ceesepe y Javier de Juan, dibujantes que ya han dado el salto a las exposiciones, pero que intentan mantener lazos con el medio que les dio a conocer. Los dibujantes valencianos repitieron el experimento del Salón de Angulema -quizá el salón más importante del comic- de presentarse bajo el epígrafe Escuela de Valencia, sin tener en cuenta que en España son conocidos individualmente. Con independencia de sus álbumes, se ofrecían (a 350 pesetas) los folletos utilizados en Angulema para su presentación, con la marca en portada Valencia Copyright.

Destacable fue la exposición y su correspondiente catálogo de fanzines (folletos de tiras cómicas creados por aficionados que ocasionalmente ofrecen sorpresas de calidad); la muestra de comics norteamericanos -muy distintos de los europeos-, prestados por coleccionistas, y ciertos paneles de creadores que comienzan, como Raúl, que publica en Madriz.

Otra característica diferenciadora de la Semana de Madrid fue su público, compuesto en una elevada-proporción por chicos -no chicas- adolescentes. Según dijeron algunos de ellos, acudían por afición, para tener la oportunidad de hablar con algunos dibujantes -no todos los anunciados acudieron, o apenas lo hicieron-, ver en vídeo algunas películas inspiradas en tiras cómicas -Astérix, por ejemplo- y utilizar la tebeoteca, de gran éxito, según los organizadores. Pero varios de esos aficionados se quejaron de los precios: tan sólo se hacía una reducción del 10% sobre tarifas de mercado.

La Banda de Maravillas exhibió otras realizaciones de utopías del TBO. Para caballeros calvos y corteses, un sombrero desmontable que les permite descubrirse y conservar la cabeza cubierta: el caballero levanta las alas, pero conserva la boina del sombrero. Y otro: una lupa portentosa que el usuario lleva en la frente multiplica la lumbre de un pitillo y se convierte en linterna de minero.

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