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Comienza el festival de Cannes, la alternativa europea a los 'oscars' americanos

Ninguna película española concursa en el certamen

Un festival cinematográfico se sostiene sobre distintos pilares. En el caso de Cannes, que hoy se inaugura, desempeña un papel tan importante el volumen de ventas como la repercusión del certamen en los medios de comunicación, el número de proyectos que llegan a concretarse en las terrazas del Carlton como las maniobras de promoción de actores, agentes artísticos o cineastas. En su edición anterior, Cannes se atrevió a competir con los oscars americanos, a proponerse como su alternativa europea. Un festival de estas dimensiones es también un espectáculo que necesita de fiestas y stars, pequeñas o grandes dosis de glamour que aún conservan nombres míticos como James Stewart, Virna Lisi, June Allyson o Sylvester Stallone.

El certamen se abre hoy, miércoles, con la proyección del filme estadounidense Witness (El testigo), del australiano Peter Weir, y será clausurado el día 20 con La forêt d'emeraude tourne en Amazonie, del británico John Boorman. En su edición anterior, Cannes se atrevió a competir con los oscars americanos, a proponerse como su alternativa europea. Por primera vez en su historia, la ceremonia de clausura se transmitió en directo por televisión, conservan do en secreto el nombre de los ganadores hasta el momento de su lectura pública-. Pero el éxito de un festival depende de un factor poco controlable: la calidad. Se ha dicho muchas veces que Cannes, con sus distintas secciones oficiales y el importantísimo mercado del filme da una imagen bastante exacta de la cosecha cinematográfica de año. Claro que hay una selectividad, y de ahí que el cine español -sólo dos películas se exhiben en secciones paralelas, fuera de concurso-, el soviético o directores tan conocidos como Alain Tanner hayan quedado marginados. Para su 38º edición Cannes ha seleccionado el último Woody Allen -The purple, rose of Cairo-; una coproducción entre Egipto Francia dirigida por Youssef Chahine -Adieu, Bonaparte- sobre las andanzas del ejército napoleónico una nueva y exótica producción del errático Dusan Makavejev ahora en Australia para rodar Coca-Cola Kid-, y una adaptación brasileña de El beso de la muje araña, dirigida por Héctor Babenco. Japón está presente por partida doble: Shuji Terayama presenta Saraba hakabune, mientras e americano Paul Schrader -recuérdese su excelente American gigoló- se convierte en el directo más esperado por su atrevimiento al realizar Mishima, según parece una suerte de biografía del escritor japonés hecha a partir de fragmentos de distintas novelas. Presencia norteamericana El cine italiano, tan castigado por la crisis, acude con dos veteranos: Risi y Monicelli. El primero, con Lefou de guerre; el segundo, con Il fu Mattia Pascal, adaptación a la pantalla del texto de Pirandello, un autor que parece inspirar el cine italiano reciente, de Bellochio a los Taviani de la magnífica Kaos. Los estadounidenses, además de los filmes de Schrader y Allen -este último participa fuera de concurso-, han colocado la última película de Bogdanovic, Mask, que es polémica porque el cineasta está muy descontento del montaje final y del hecho de que el filme se haya quedado sin la banda sonora que él había previsto: cuatro canciones de Bruce Springsteen por las que la compañía multinacional del disco CBS pedía 400.000 dóla res (unos 72 millones de pesetas). También son producciones norteamericanas Pale rider, de Clint Eastwood; Witness, del australiano Peter Weir y con Harrison Ford como protagonista; Joshua the and now, del canadiense Ted Kotcheff, mientras Insignifiance, de Nicolas Roeg, que juega con ser la crónica del rodaje de La tentación vive arriba, o Birdy. de Alan Parker, permiten discutir, una vez más, sobre la real nacionalidad de las producciones anglosajonas, ya sean británicas, estadounidenses o autralianas. A última hora, John Boorman ha sido invitado a clausurar el fesúval, con su película, protagonizada por Nastassja Kinski.Coartada tercermundista .

Si tampoco faltan películas turcas o húngaras destinadas a convertirse en sorpresa o, lo que es habitual, en la coartada tercermundista o antiimperialista de la selección, lo cierto es que la selección francesa es abundante y de peso. El cuidadoso y sensible André Techiné ha sido elegido por la película Rendez-vous, una historia que transcurre en el mundo del teatro; Jean-Luc Godard vuelve a Cannes con Detective, película que él considera como un encargo y de la que es protagonista Johnny Halliday, y Claude Chabrol -otro veterano de la nouvelle vague, un movimiento que Cannes consagró internacionalmente-, aporta su último trabajo de corte policiaco, Poulet au vinaigre. una producción mo desta y, según dicen, de espíritu simenoniano. También es francesa (aunque el director sea Mehdi 'Charef), Le thé ou l'harem d'Archimède, que produce Costa-Gavras, director de Z y Desaparecido. En la sección Un certain regard encontramos, junto a Francisco Regueiro y su Padre nuestro, filmes de Peter Handke, Cottafavi, Paul Leduc, Haskell Wexier y Wim Wenders. Concretamente de este último se podrá ver Tokyo-Ga, una película sobre la obra de Ozu. En la quincena de realizadores participa Manuel Gutiérrez Aragón con La noche más hermosa. En proyecciones especiales con carácter de homenaje se proyectarán Steaming, última película de Joseph Losey basada en la obra teatral de Ígual título; Le soulier de satin, del portugués Manuel Otiveira y también de origen teatral, y un montaje de momentos de películas de Frangois Truffaut presentado por Jeanne Moreau y producido por el propio festival.

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