Un colombiano que había ingerido cocaína, internado en un hospital
Emerson Mejía Oliveiro, ciudadano colombiano de 24 años, que fue detenido el pasado-domingo en el aeropuerto de Barajas cuando pretendía introducir más de 90 bolsas de cocaína depositadas en los intestinos, se encuentra internado en el hospital penitenciario, ante el temor de que alguno de los paquetes pudiera romperse. Mejía había logrado expulsar ayer más de una veintena de paquetes, que contenían cerca de nueve gramos cada uno. Un portavoz de la Guardia Civil aseguro que el detenido había ingerido, antes de emprender el viaje, unos 800 gramos de la citada droga.
Mejía llegó a Madrid en un vuelo procedente de Bogotá (Colombia) en dirección a Milán (Italia). Fue detenido cuando pretendía facturar una de las maletas de su equipaje en dirección a la citada ciudad italiana. Los funcionarios de la aduana sospecharon del colombiano porque estaba muy nervioso y vigilaba continuamente cualquier movimiento de la Guardia Civil, por lo que decidieron someterle a una exploración con rayos X.La exploración reveló que Mejía tenía los intestinos repletos de bolsitas. El colombiano, que aseguró tener graves problemas económicos, manifestó que pensaba vender la cocaína en Milán y conseguir dinero rápido. Los servicios, fiscales de la Guardia Civil valoran el alijo aprehendido en unos 70 millones de pesetas.
La Guardia Civil desplazada en Barajas aseguró ayer que Mejía había batido el récord en lo que a transporte de droga en el estómago se refiere. El titular del juzgado de guardia ordenó el ingreso del detenido en el hospital penitenciario, donde ayer permanecía en observación. Un portavoz del hospital aseguró que el joven se encontraba bien y que era vigilado por un médico ante el temor de que alguna de las bolsas que aún tiene alojadas pudiera romperse en el intestino del detenido.
Un portavoz de la Guardia Civil aseguró que el colombiano viajaba con 500 dólares, "lo justo para que no se le planteen problemas al entrar en el país, como es habitual en estos camellos". En los últimos años, el ingerir la droga por la boca y pasarla escondida en el intestino es uno de los procedimientos más usuales, junto con el denominado culero, en lo que se refiere a este tráfico.
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