Philip Agee
Ex agente de la CIA, presenta en España el libro 'Manuales de sabotaje y guerra psicológica de la CIA para derrocar al Gobierno sandinista'
A los 50 años, Philip Agee se define socialista tras haberse echado sobre los hombros el doble pasado de pertenecer durante 12 años a la Agencia Central de Inteligencia norteamericana (CIA) y de haber sido educado, durante otros 12, en la Compañía de Jesús. Él, al contrario que Joyce, no necesita exorcizar su adolescencia jesuítica. Cree que fue esa influencia -"esa mordedura íntima"- la que favoreció su entrada en la CIA y la que le incitó a evolucionar hacia el socialismo. "Los jesuitas tienen una peculiar manera para hacer de un hombre un activista".
La misma receta jesuítica se ha revelado reversible; con los años sido veneno y remedio a la vez. La CIA me reclutó cuando estudiaba Filosofía en una universidad católica. Yo ofrecía entonces el perfil que ellos buscaban: un joven conservador, un producto de la guerra fría y del macarthismo". Entre 1957 y 1968, mientras otros jóvenes buscaban una manera de vivir iconoclasta, que no se pareciera a la de sus padres, Agee optó por arrendar el alma al espionaje norteamericano. Washington, Ecuador, Uruguay y Méjico fueron los sucesivos destinos que, paulatinamente, le hicieron perder la motivación política. "Mientras más éxito teníamos nosotros en apoyar las estructuras de poder existentes, menos reformas hubo en aquellos escenarios". El joven conservador que inició el juego de una manera inocente y patriótica, empezó a vislumbrar cierta perversión en su trabajo.Hubo también razones sentimentales para cambiar. Su caída de Damasco ocurrió en 1965, en Uruguay, cuando descubrió que el comunista Oscar Bonauri, a quien él había delatado para favorecer una política de infiltración, había sido brutalmente torturado. Y en 1968, mientras operaba en México bajo el disfraz de agregado olímpico, coincidiendo con los Juegos, se enamoró de una norteamericana "que pensaba, que Che Guevara era un hombre maravilloso" así que, "¿cómo iba a decirle que yo era de la CIA, cuando la CIA, ese mismo año, había preparado el asesinato del Che"? La historia de amor no prosperó, pero Agee dejó la organización.
Un año más tarde, cuando las presiones que había interiorizado se aflojaron, decidió escribir un libro sobre la CIA. De nuevo otra mujer, una brasileña con militancia izquierdista a quien conoció en París, y que decidió acompañarle durante cinco años, fue decisiva en su evolución.
Diario de la CIA: la Compañía por dentro, fue el título del libro que publicó en 1975 y que selló su ruptura con la organización. Desde entonces, la vida privada de Agee es doblemente pública: el ex agente es ahora un objeto muy particular de espionaje, pero toda su actividad está volcada al exterior, a expurgar su pasado. Su cercanía política con Nicaragua le ha adjudicado la adjetivación de comunista, aunque él se define socialista. Tiene pasaporte nicaragüense -en 1979 le fue cancelado el norteamericano-, pero conserva la ciudadanía estadounidense, una simbiosis que dejó atónito al funcionario español encargado de supervisar su entrada en Barajas.
Agee ha venido a España para promocionar el libro Manuales de sabotaje y guerra psicológica de la CIA para derrocar al Gobierno Sandinista, destinado a entrenar a la contra, publicado por la editorial Fundamentos con una introducción del ex agente.
El ex espía no considera peculiar su trayectoria. "Hay mucha gente de mi edad que desde posiciones conservadoras ha evolucinado hacia el socialismo". Su éxito con las mujeres quizá se deba a esa imagen de hombre que necesita confesar un secreto que ellas pueden absolver. Una interpretación que hace reír a Agee y le hace recomponer su cara de buen chico: "Estoy casado con una bailarina norteamericana, con quien vivo en Hamburgo, y no tengo mucho tiempo para parrandas".
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