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Dos años de aplicación de la 'ley del catalán

La normalización lingüística en los servicios públicos y en la Administración es lenta, caótica y contradictoria

La catalanización de los servicios públicos en la ciudad de Barcelona no sólo es escasa -lo que no significa que sea inexistente-, sino que sobre todo es caótica e incoherente. En la estación de Renfe de Sants, por ejemplo, mientras una locutora da cuenta, a través del servicio de megafonía, en castellano y en catalán, de la llegada y salida de trenes, otra locutora lo hace solamente en castellano. Las compañías municipales de metro y autobús, posiblemente el servicio público más catalanizado, expenden sus billetes escritos únicamente en lengua castellana. Las tarjetas multiviaje, sin embargo, son bilingües. El problema fundamental para catalanizar las distintas administraciones radica en el desconocimiento del catalán de sus miles de funcionarios de los niveles medios y bajos.

El 23 de abril de 1983 entró en vigor la ley de Normalización Lingüística en Cataluña, la ley del catalán, como se la conoce coloquialmente. Aunque la ley no cita en ningún momento el término bilingüismo, sí "garantiza el uso oficial de ambas lenguas" y fija como objetivo de la enseñanza el cono cimiento" de éstas. Para ello es preciso, señala el preámbulo de la ley, proceder al "restablecimiento del catalán en el lugar que le corresponde como lengua propia de Cataluña", superando "la actual desigualdad lingüística e impulsando la normalización del uso de la lengua catalana en todo el territorio de Cataluña".Dos años después, el saldo resultante de la aplicación de la ley es insuficiente para sectores nacionalistas de distinta definición ideológica. El pasado día 20, 14 militantes de la Crida fueron detenidos en un primer momento por la policía cuando procedían a catalanizar por la brava los rótulos informativos de la estación de Sants Cuatro de ellos ingresaron en prisión preventiva. El portavoz comunista en el Parlament, Rafael Ribó, acaba de presentar una interpelación al Consell Executiu de la Generalitat, en la que afirma que se está lejos de alcanzar los objetivos de la ley y que, aunque esto es en parte explicable por las actitudes de resistencia inspiradas en el centralismo y por la tibieza de la Administración central, es el Gobierno de la Generalitat "el principal responsable de la aplicación y desarrollo de la ley y, por tanto, también de las insuficiencias".

El artículo segundo de la ley reconoce el derecho de todos los ciudadanos a "dirigirse en catalán, de palabra y por escrito, a la Administración, a los organismos públicos y a las empresas públicas y privadas; expresarse en catalán en cualquier reunión; desarrollar en catalán las actividades profesionales, laborales, políticas y sindicales, y recibir la enseñanza en catalán". Una disposición transitoria señala que, "en lo que afecta al uso del catalán por la Administración el período de adaptación de los servicios y los organismos a lo que establece esta ley no puede exceder de dos años en el caso de la Generalitat, de la Administración local y de las otras entidades públicas dependientes de la Generalitat".

En cuanto a la Administración del Estado en Cataluña, "la Generalitat debe promover acuerdos con los órganos competentes para fijar períodos de adaptación similares". Fuentes de la Delegación del Gobierno en Cataluña manifestaron a este diario que no se han producido negociaciones para acordar los períodos antes citados, aunque desde hace años la Administración del Estado en Cataluña trabaja para catalanizar sus servicios y las empresas de él dependientes.

En las relaciones ciudadanas

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Esas mismas fuentes admitieron que la normalización lingüística en la Administración periférica del Estado y en las empresas públicas estatales es "irregular, caótica y sobre todo lenta". "Más lenta de lo que se creía hace dos años, pero posiblemente era inevitable que fuera así", agregó. También es lenta en la Administración autonómica. Esas fuentes afirman que, pese a algún incidente aislado, que determinados diarios airean con sensacionalismo, el uso del catalán se está introduciendo en las relaciones del ciudadano con la policía y aún más con la Guardia Civil, y con los servicios que aún dependen de la Administración central: delegaciones ministeriales, gobiernos civiles, etcétera.El usuario de las líneas municipales de autobuses hace tiempo que ha podido comprobar la catalanización de esta compañía. Los postes indicadores de las paradas están escritos íntegramente en lengua catalana. En el interior de los vehículos, todos los rótulos están redactados en ambos idiomas ("Sortida / Salida"; "Demaneu / Solicite parada", etcétera) -aunque la rotulación catalana es preferente y escrita con caracteres más grandes- y un cartel de la Corporación Metropolitana de Barcelona ofreciendo información sobre el transporte público está escrito en catalán exclusivamente. El billete, sin embargo, está escrito en castellano. Son pocos los conductores que hablan catalán.

En la estación ferroviaria de Sants, objetivo de los militantes de la Crida el pasado día 20, las puertas de acceso están rotuladas en ambas lenguas ("Entrada" y "No pasar / No passeu"). Sin embargo, el 90% de los paneles informativos de la estación está rotulado únicamente en castellano ("Información; Largo recorrido; Información hotelera", etcétera). En las taquillas los indicadores son bilingües ("Destino / Destinació"; "Cercanías / Rodalia"). Las palabras en castellano de estos rótulos bilingües fueron también tachadas por los militantes de la Crida, pero una fuente de la organización nacionalista aseguró a este periódico que el autor de la pintada se había excedido, pues, aunque esta organización es partidaria del monolingüismo, la consigna era tachar únicamente los rótulos escritos sólo en castellano.

El panel electrónico situado sobre las taquillas, en el que se indican las llegadas y las salidas inminentes, es parcialmente bilingüe, pero en la utilización de topónimos catalanes la confusión de Renfe es notoria: se escribe correctamente Terrassa o Vilanova i la Geltrú, pero incorrectamente "S. Vicente Cald." (por Sant Vicenr, de Calders) o "S. Andrés Condal" (por Sant Andreu Comtal). L'Hospitalet aparece escrito con el artículo, pero sin el apóstrofe. El resto de rótulos de la estación está, masivamente, escrito en castellano. Por los altavoces se anuncian llegadas y salidas, unas veces en ambas lenguas y otras sólo en castellano.

En el aeropuerto de Barcelona la presencia del catalán es mínima. Fuentes gubernativas admiten que tanto la compañía Iberia como el aeropuerto van a la cola del proceso de normalización lingüística.

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