La noche de los extremeños y de los Montoya
Y ocurrió lo inaudito. Cuando La Manuela salió para cerrar el espectáculo, en el escenario -ya invadido por atriles y algún artilugio electrónico- aparecieron cuatro señores vestidos de rojo en la mejor tradición de una sala de fiestas hortera. A los sones de teclados, batería, saxo y bajo, más dos guitarras flamencas que no pintaban nada allí y las palmas de dos muchachos, quien cantaba -me niego a llamarla cantaora- comenzó a soltar sus gritos mientras paseaba micrófono en mano, agitando de vez en cuando a su cuerpo algo así como un estremecimiento epiléptico pretendidamente dramático. Ésto nunca debió subir a la cumbre flamenca.Antes habíamos asistido al desfile de otros diversos artistas extremeños. La Marelu dio su versión de los estilos autóctonos, tangos y jaleos, además de alegrías y bulerías, con desgarro y nervio. Guadiana, que es un excelente cantaor para baile, tuvo una actuación digna, dándonos una correcta versión de ese duro y difícil palo que es la caña. Salvador Suero se fue por un extraño tercio de soleá, romance y fandangos.
Cumbre flamenca
Cante: La Marelu, Guadiana, Salvador Suero, Ramón El Portugués, Indio Gitano, Manuela. Toque: Juan Salazar, Joaquín Carrete, Curro de Jerez. Cante y baile: Los Montoya, con Niño Jero y El Roto al toque. Madrid, Teatro Alcalá Palace, 27 de abril de 1985.
Ramón El Portugués, con ese eco tan peculiar de voz, que le distingue de la mayor parte de los cantores actualmente en activo, se centró con sobriedad en un cante por siguiriyas que a mí me gustó, por tangos y por bulerías. Indio Gitano, otro hombre con mucho rajo gitano y buen intérprete de los estilos básicos, respondió perfectamente a esa línea cantando con jondura por soleá, por bulerías, por seguiriyas y por fandangos
Los guitarristas supieron cumplir Juan Salazar, hijo de Porrina, acompañó cante y baile con sobriedad y eficacia. Carrete, que inició un toque en un concierto de buena factura, no terminó su actuación al parecer por sentirse indispuesto. Curro de Jerez, brillante y con calidad, como es habitual, sintiendo el toque, poniéndolo generosamente al servicio del cante.
El secreto de las bulerías
Lo mejor de la noche no vino, sin embargo, de los extremeños. La familia Montoya tuvo tina de las mejores actuaciones que recuerdo haberle visto. Con el toque extraordinario de Niño Jero y El Roto, que en ésto de las bulerías son dos fenómenos, los Montoya hicieron uno de sus clásicos recitales. El escenario teatral se convirtió en auténtico templo del mejor arte festero, del que los miembros de esta familia gitana son oficiantes de excepción. La Negra, Carmelilla... todos ellos están en el secreto de una forma de cantar y bailar muy propia. Son artífices excepcionales de uno de los géneros más complejos del arte flamenco, las bulerías, con su esplendor fulgurante, su duende, su arrebato pasional. Cuando Carmelilla Montoya agradecía las ovaciones cerradas del público, lloraba.
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