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LAS VENTAS

La emoción del quinto toro

El quinto de la tarde, un ejemplar astifino y con alzada, llevó la emoción a los tendidos durante el tercio de varas. No precisamente por su bravura, pues salió huyendo de todos los encuentros y hubo que picarlo en distintos terrenos. Pero su poder y fuerza animaron al público; sobre todo en el primer encuentro, en el que levantó al caballo y picador de forma espectacular y estuvo a punto de enviarlos al callejón. Después, en el cuarto, derribó de nuevo aparatosamente e hirió al caballo. Por fin, en las dos varas siguientes, el picador Maceo logró agarrarse y el toro quedó medianamente castigado. Llegó a la muleta muy reservón, probando la embestida, sin fijeza y con la cara alta. Vioque porfió con él, sin entenderlo, y pasó apuros para descabellarlo.Los cuatro primeros toros, de Lamamie, dieron mejor juego, pero no emocionaron, por su blandura de patas. Los toreros no supieron aprovechar las embestidas y estuvieron, desentrenados, sin inspiración. Pedro Castillo, que banderilleó sin fortuna porque el toro le ganaba el terreno, toreó forzado, intimista y sin limpieza. Equivocó el terreno y no pudo sacar partido de su primero. En el cuarto estuvo más retorcido e intimista aún y sólo al final acopló.

Plaza de Las Ventas

28 de abril.Toros de Lamamie de Clairac, flojos, manejables. Quinto de Martínez Benavides, manso. Sexto de El Sierro, manejable. Pedro Castillo: silencio; un aviso y silencio. Fermín Vioque, silencio; dos avisos y silencio. Cesterito: silencio; aplausos.

Vioque estuvo animoso y con ganas de torear, pero da la impresión de que ha retrocedido. No toreó en ningún momento al tercero, en el que echó mano de recursos ratoneros. Utilizó el truco del molinete, que es lo que ahora se estila para suplir la falta de mando y temple en el toreo.

Cesterito parece el más puesto y enterado de los tres, de modo paradójico, puesto que era el más novel de la terna. En el toro de su alternativa estuvo decidido, aunque sin ver las distancias para torearlo y sin pararse. Estuvo mejor en el sexto, al que le dio muchos pases sin llegar a cuajar la faena que se merecía, por no saber colocarse en los cites y, tal vez, porque la inspiración de su toreo no va por los caminos del arte.

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