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Incierto futuro para la democracia brasileña

La muerte de Neves aumenta el clamor popular para que haya elecciones directas

Tancredo Neves, presidente electo de Brasil, murió a las 22.23 del domingo 21 de abril (3.23 del lunes 22, hora peninsular), en el hospital de Clínicas de Sâo Paulo, donde estaba internado desde que fue trasladado de Brasilia, el día 26 de marzo. El corazón del veterano político de 75 años no resistió a la lenta agonía al cabo de 38 días y siete operaciones quirúrgicas. Tancredo Neves estaba inconsciente desde el día 12, y sobrevivió los últimos nueve días gracias a los aparatos conectados a su cuerpo y a dosis masivas de antibióticos y sedantes. La muerte de Neves ha sumido al país en la desolación.

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Una efímera esperanza

Los médicos afirmaron varias veces a lo largo de los últimos 10 días que la vida de Neves pendía de un hilo. En sus últimas 72 horas ya había desaparecido la esperanza. El pasado 15 de abril, el equipo médico decidió bajar la temperatura del cuerpo de Neves, como forma de contener la expansión de bacterias por su organismo y facilitar la oxigenación. de la sangre. El viernes, la, temperatura fue bajada a 33 grados centígrados, y en la noche del sábado, a 30 grados.Esa medida, muy discutida por especialistas de Estados Unidos, provocó la necrosis de las extremidades de Neves, dañó de manera irreversible su cerebro y provocó la indignación de amplios sectores de la opinión pública brasileña. El jefe del equipo médico, Henrique Pinotti, parecía encarar la misión de mantener vivo al presidente como cuestión de orgullo profesional. Su actitud, según amplios sectores de la opinión pública, terminó por debordar la misión médica para transformarse en un cruel ejercicio de vanidad personal. Los obispos brasileños llegaron a pedir públicamente que le fuese dada a Tancredo Neves la oportunidad de una "muerte digna".

Pese a la seguridad de que la muerte se acercaba al presidente a cada minuto, la noticia del fallecimiento provocó una ola de tristeza que cubrió todo el país. Las emisoras de televisión suspendieron la programación del domingo por la noche para transmitir declaraciones de políticos, empresarios y artistas, y para recordar la figura y la carrera política del extinto.

El hasta entonces vicepresidente en ejercicio, José Sarney, habló, alrededor de la medianoche, a lo largo de 15 minutos por una cadena de radio y televisión. Sarney se encontraba, al ser informado de la muerte de Neves, en su residencia en Brasilia y sufrió una fuerte crisis emocional. Llorando, se recogió en sus aposentos, de donde salió media hora después.

Marea humana

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El cuerpo de Tancredo Neves fue conducido ayer por la mañana desde el hospital al aeropuerto metropolitano de Sâo Paulo para ser embarcado en el avión presideincial, que lo llevó a Brasilia. El cortejo fúnebre necesitó más de dos horas para salvar los 12 kilómetros que separan al hospital del aeropuerto. Una multitud incalculable, más de un millón de personas, acompañó al cortejo, desbordando los cordones de seguridad y caminando junto al vehículo del cuerpo de bomberos que conducía el ataúd.

Agitando pañuelos blancos y banderas brasileñas, la multitud corría delante y detrás del camión, como queriendo demostrar que no abandonaban al presidente muerto, mientras gritaban consignas que pueden servir de pauta de lo que se verá en las calles en los próximos meses: "Uno, dos, tres, / cuatro, cinco mil, / queremos elegir el presidente del Brasil", "Democracia, ya", "En el corazón de la gente / Tancredo está presente". Los que apuestan por el renacimiento de la campaña popular para elecciones directas a corto plazo tienen buenas posibilidades de dar en el blanco.

La policía de Sâo Paulo decidió no intentar contener a la multitud paira evitar incidentes. El cuerpo de Tancredo Neves fue embarcado a mediodía, y mientras el avión alzaba vuelo, escenas de gran emoción ocurrían en la avenida que conduce al aeropuerto. Miles y miles de pañuelos blancos se mezclaban con banderas brasileñas mientras la multitud entonaba el himno nacional. Se espera que en Brasilia, capital del Estado de Minas Gerais, y en Sâo Joáo del Rey, ciudad natal de Neves, donde será sepultado, se repitan con idéntica intensidad las emociones populares.

Tancredo Neves, pese a no haber sido formalmente investido en el cargo de presidente -sufrió la primera de siete operaciones horas antes de la ceremonia de traspaso de mando-, recibe los más elevados honores. Sobre el ataúd será colocada la banda presidencial que no llegó a recibir en vida.

Pese a no haber ejercido la presidencia ni por un minuto, Tancredo Neves murió como uno de los más opulares presidentes de la historia brasileña. Representó la más fuerte esperanza de un cambio después de 21 años de régimen militar, y también el camino posible para la transición entre autoriarismo y democracia.

Sentimiento de desamparo

Ayer, por todo el país, la sensación en las calles era de desamparo y profunda frustración, mientras que en los pasillos y despachos de los políticos había una grave preocupación. Todos saben de la imposibilidad de reemplazar a corto plazo el símbolo de esperanza que se murió con Neves. Políticos, em presarios e intelectuales hablan de la necesidad de cumplir con la he rencia de Tancredo Neves, es decir, concretar el sueño de una nueva república. Sin embargo, los sec tores que respaldan a Sarney están divididos entre los que prefieren no hablar de plazos y los que piden definiciones inmediatas sobre la duración de su Gobierno. En un punto están todos de acuerdo: se trata, más que nunca, de un Gobierno de transición.

Los Reyes de España; el presidente del Gobierno, Felipe González, y el ministro de Asuntos Exteriores, Fernando Morán, enviaron ayer sendos telegramas de pésame al presidente brasileño en funciones, José Sarney.

Don Juan Carlos y doña Sofía manifestaban en su mensaje el deseo de unirse, "en estos tristes momentos por los que atraviesa vuestro país, al dolor del querido pueblo brasileño", mientras el presidente del Gobierno recordaba la entrevista que mantuvo con Neves en enero. El presidente del Senado, José Federico de Carvajal, viajó ayer a Brasil para representar a España en el funeral de Neves.

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