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Los peruanos optan por el cambio

El APRA alcanza su sueño de gobernar Perú en un momento crítico para el país

Antonio Caño

Alan García ha convertido, en realidad el sueño mantenido por la Alianza Popular para la Revolución Americana (APRA) durante más de medio siglo: gobernar Perú. La oportunidad llega en el peor momento de la historia del país, con una crisis económica que condena a la gran mayoría de la población a una situación de pobreza y una actividad terrorista que constituye una amenaza constante para la débil democracia peruana.

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Con una perfecta combinación del tradicional populismo aprista y del moderno socialismo democrático aprendido en Europa, Man García ha vencido el rechazo vísceral de parte de la sociedad peruana al partido fundado en 1924 por Víctor Raúl Haya de la Torre.El APRA se enfrenta a una situación definida por las siguientes coordenadas: 130% de inflación, casi 14.000 millones de dólares de deuda externa (unos dos billones y medio de pesetas) y dos terceras partes de los ciudadanos que sobreviven gracias a la economía sumergida. Para evitar la amenaza de una explosión social, García ha anunciado una moratoria en el pago de la deuda -"si es negociada, mejor"- y la reestructuración de la economía sobre la base de dar prioridad a la agricultura, donde trabaja el 40% de la población, pero que contribuye sólo con el 9% al producto interior bruto.

Contra Sendero Luminoso, García dispone de una receta que incluye "aplicar la ley con energía" y "dar respuesta a la pobreza histórica". Son muchos en Perú los que están convencidos de que el APRA será más decidido a la hora de combatir al terrorismo de lo que fue el presidente Fernando Belaúnde Terry. La incógnita que tendrá que resolver durante su gestión es si será capaz de controlar la actuación del Ejército, al que organismos internacionales han acusado de cometer graves violaciones de los derechos humanos.

Pero el APRA difícilmente podrá entorpecer el trabajo de unos militares que entienden la lucha contra Sendero como una guerra a muerte en la que no valen actitudes tibias, sin escarbar en la herida de una incomprensión de años entre apristas y fuerzas armadas.

Las propias siglas del APRA definen un partido antimperialista. Con Alan García se debe, producir lógicamente un cambio de imagen. Su Gobierno promete ser más activo en la política hacia Centroamérica y más crítico con EE UU.

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Los resultados de la primera vuelta despejan cualquier duda sobre quién asumirá la presidencia de la República el próximo mes de julio, pero el segundo clasificado, Alfonso Barrantes, ha entrado de lleno, en cualquier caso, en la política peruana. Tiene por delante, probablemente, un penoso vía crucis para plegar a la disciplina de la coalición Izquierda Unida a una diversidad de siglas marxistas leninistas, que nunca antes habían ocupado tan importante parcela de poder. Barrantes, un mestizo de 57 años con imagen de maestro de escuela, ha sabido captar votos hablando de la salud y la alimentación de los peruanos.

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