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Reportaje:

Aumenta el suicidio de ancianos y jóvenes en los países desarrollados

Existe un progresivo aumento en el número de suicidios en los países más desarrollados, según datos hechos públicos recientemente por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Este aumento afecta especialmente a dos grupos de edad muy determinados: los adolescentes y los ancianos. Otro dato es que se registran cifras muy similares de suicidios en países del norte y del este de Europa, independientemente del régimen político que tengan. Así, países socialistas como Hungría y Checoslovaquia y otros como Dinamarca, Austria y Suecia sólo son superados en el mundo por Estados Unidos y Japón.

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"Juzgar si la vida vale o no la pena de ser vivida es responder a la cuestión fundamental de la filosofía", según Albert Camus, para el que sólo existía "un problema filosófico verdaderamente serio: el del suicidio". Cada vez son menos los especialistas que consideran que el acto suicida responde al instinto de muerte -Thánatos- descrito por Freud. "Casi siempre se encuentra en el acto suicida una constelación de factores donde están representados, al menos, dos de los siguientes aspectos: alteraciones de la salud mental o corporal, tensiones de la personalidad y conflictos en el ambiente socio-familiar", según el psiquiatra Francisco Alonso-Fernández, coordinador de un reciente congreso internacional sobre el suicidio celebrado en Madrid.En esta misma línea se manifiesta el doctor Antonio Fernández Fonseca, psiquiatra y ex diputado socialista en Portugal, que presentó en el citado congreso una ponencia sobre epidemiología y clasificación de los actos suicidas. "Intervienen conjuntamente factores sociales e individuales. Se está dando un aumento importante en la tasa de depresiones. Antes vivíamos en una sociedad que sufría de ansiedad, de angustia. Ahora, en cambio, son mucho más frecuentes las depresiones. Se ha observado también", continúa, "que hay trastornos bioquímicos en las personas con tendencia al suicidio, como las alteraciones que se dan en la noradrenalina y la serotonina, que son dos neurotransmisores. A finales del siglo XIX había dos tendencias para explicar el suicidio: se creía que se debía a un problema de tipo psicopatológico o de tipo social. Ahora creemos en una combinación de los dos factores. Lo que no se encuentra en la práctica clínica son los suicidios provocados por problemas metafisicos. Los psiquiatras siempre encontramos algún trastorno de la personalidad".

Crisis de la crisis

Él hecho de que ef aumento de los suicidios afecte especialmente a los ancianos y adolescentes es una prueba palpable de las contradicciones y crisis que se dan en nuestra sociedad. "El espíritu financiero que se desarrolla actualmente en todas; las sociedades no es bueno para la salud mental. Estamos en una crisis de valores, y esto afecta con especial virulencia", dice Alonso-Fernández, "a la adolescencia contemporánea, que se manifiesta como la crisis de la crisis".

El suicidio es la segunda causa de muerte en los jóvenes de 14 a 24 años, precedido únicamente por los accidentes. Este dato puede dar lugar a una confusión. En realidad, si el suicidio tiene un puesto tan destacado, no es porque se produzcan muchos, en términos comparativos con otras edades, sino porque en la juventud no existen enfermedades mortales que afectan a grupos amplios de población.

Según la OMS, hay un suicidio masculino en menores de 14 años por cada 100.000 habitantes, y ninguno femenino. En la adolescencia se da de forma natural una inclinación al riesgo, que se traduce en una acumulación masiva de tentativas de suicidio, multiplicándose por tres o cuatro la tasa de la población general. La proporción de suicidios y tentativas en otras edades es de 1 a 10, pasando en la adolescencia a una proporción mucho más distante: 1 a 50 y 1 a 70.

Aumento en la 'tercera edad'

El aumento más alarmante en el número de suicidios ha sido en la llamada tercera edad, coincidiendo, paradójicamente, con una prolongación estimable en la esperanza de vida, lo que se considera uno de los mayores logros de la ciencia en este siglo.

En España se produce una media de ocho suicidios por 100.000 habitantes. En Portugal sube a nueve; en Francia, situada en la media europea, 20 por cada 100.000, y en Austria, 50 por cada 100.000, uno de los índices más altos. Pero en Francia, por ejemplo, en los adultos de 50 a 60 años este índice de 20 por 100.000 se dispara hasta 120 por 100.000, lo que da una idea de la incidencia que el suicidio tiene en los ancianos.

"Es importante destacar", según el profesor Stanislau Krinsky, de Sáo Paulo, "que a medida que el proceso civilizador disminuye los riesgos de la vida humana, aumenta la vulnerabilidad del individuo para los riesgos no calculados. Entonces, la autodestrucción es el único camino capaz de sustraerlo a una tensión casi insoportable".

"La mayoría de los ancianos que se suicidan no son enfermos mentales, son desesperados", según el doctor Yves Pelicier. "Hay un interialo cada vez mayor entre la muerte en el sistema, con la jubilación, y la muerte real. Esto es muy peligroso, porque se produce un corte brusco en las relaciones personales al abandonar el trabajo, y la consiguiente depresión senil".

En París, precisamente, se puso a la venta hace dos años el libro Suicidio, modo de empleo, que levantó una gran polémica, ya que constituye de hecho una guía del suicidio. Para algunos sectores, suicidio, eutanasia y derecho a la muerte están íntimamente relacionados, aunque esta unión "es confusa y pueda provocar equívocos", señala Alonso-Fernández. Para contrarrestarlo sería necesario realizar una prevención eficaz tendente a reducir número de suicidios.

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