Pérez de Cuéllar prosigue en Bagdad su misión para acabar con la guerra del Golfo
El secretario general de la Organización de las Naciones Unidas, Javier Pérez de Cuéllar, viajó ayer de Teherán a Bagdad con la intención de promover un plan en cuatro puntos tendente a conseguir un alto el fuego parcial entre Irán e Irak, enfrentados desde hace 54 meses, según informó la agencia de prensa oficial iraní, Irna. El objetivo último, poner fin a la guerra, parece imposible de conseguir para el secretario general de la ONU.
Fuentes árabes en el emirato de Qatar, donde el más alto funcionario de la ONU hizo escala para cambiar de avión, aseguraron que las propuestas de Pérez de Cuéllar sometidas al presidente iraní, Alí Jamenei, contenían ocho puntos, y la tregua parcial era sólo un primer paso destinado a facilitar la apertura de conversaciones de paz entre ambos beligerantes."Estoy muy interesado en promover un plan en cuatro puntos", afirmó, según Irna, el secretario general poco antes de su partida de Teherán, refiriéndose al cese de los bombardeos de zonas residenciales, la prohibición de la utilización de armas químicas, la interrupción de los ataques contra buques comerciales y la supresión de las amenazas al tráfico aéreo.
Aunque no le cita textualmente, la agencia iraní señala que Pérez de Cuéllar dio a entender que el Consejo de Seguridad estaba considerando la posibilidad de examinar su postura ante el conflicto.
Al término del encuentro que mantuvo en Doha con el emir de Qatar, el jeque Jalifa Bin Hamad al Tahi, cuyo avión le fue facilitado para volar a Teherán, las mencionadas fuentes árabes señalaron que a esos cuatro puntos había que añadir un alto el fuego en el frente y un balance de las pérdidas de ambos bandos.
Un éxito difícil
Si tales son las intenciones del secretario general, su gira tiene remotas posibilidades de éxito porque durante su estancia en Teherán el régimen islámico no modificó su postura. Irán condiciona su participación en una negociación con el adversario al previo derrocamiento del jefe del Estado iraquí, Sadam Husein.
Esta exigencia fue reiterada ayer mismo por el presidente del Parlamento iraní, Hachemi Rafsanjani, que, según Irna, manifestó a su huésped que "en base a nuestra experiencia podemos asegurar que, mientras el actual régimen iraquí permanezca en el poder, nuestras condiciones no se habrán cumplido".
Además de la caída del Satán Sadam, Irán exige su juicio por crímenes de guerra y el pago por Bagdad de indemnizaciones por los daños sufridos durante el conflicto, desencadenado hace cuatro años y medio por Irak.
De la reiteración de estos requisitos se puede deducir que Teherán sólo está dispuesto a aceptar los primeros puntos del plan de las Naciones Unidas que estipulan un alto el fuego que ni siquiera abarca al frente. Cuéllar podrá acaso consolarse de la intransigencia iraní con los inesperados elogios que han prodigado a su actuación personal, matizados, sin embargo, por duras críticas a la ONU, calificada de organización proiraquí.
Bagdad, donde Pérez de Cuéllar fue recibido a última hora de la tarde por el ministro iraquí de Asuntos Exteriores, Tarek Aziz, rechazará casi con certeza esta tregua porque con sus bombardeos contra ciudades iraníes pretende obligar a su enemigo a negociar una paz global.
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