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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

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Marea blanca

Original del Teatro Estudio de Gijón. Intérpretes: Manuel Pizarro, Mariano Alfonso, Mar¡ Cruz Rodríguez, Elena Marañón, Álvaro García. Escenografía y máscaras de Manuel Pizarro. Dirección de Miguel Espósito. Estreno: Sala San Pol. Madrid, 26 de marzo.

La representación de Marea blanca alcanza, en algunos momentos, una verdadera crudeza documental. Es una obra que discurre en torno a la droga: claramente, en torno al horror absoluto de la droga.La busca de la matización, del equilibrio, de lo que podríamos llamar la editor¡alización del tema, desde un punto de vista de una amplitud de conceptos, tiende a señalar algunos puntos de este problema social, como son la complicidad de grandes poderes, la angustia o el vacío que conducen a la adicción, la burguesía como traficante, la explotación de algunos médicos. Y la idea de que nuestra civilización está impregnada de diversas drogas y que nadie es enteramente inocente en este problema.

Aparte de que la doctrina esté presente todo el tiempo en la obra, o de que haya un prólogo psicodélico donde se explican estas cosas, la teatralidad de la representación se centra en las tres escenas realistas, en las tres estampas por las que transcurren los diferentes personajes, y que son las que dejan la impresión más directa, o más documental.

Escenas duras

Una es la exposición o descripción del diálogo de los dos personajes drogados; otra es el intento de curación, el esfuerzo para descolgarse; la tercera y final aborda la que parece imposibilidad de salir adelante por parte de los últimos y más desdichados eslabones de la cadena. El teatro tiene una fuerza propia, que domina en cuanto se le deja suelto:, lo está en algunas de las escenas más duras -más valientes y sobre todo más directas- de esta obra y, por encima de cualquier matiz, logra como resultado una fuerte repulsión hacia la droga.

Estamos ante un resultado de tipo didáctico. En esas escenas de Marea blanca, el diálogo es suelto y duro, y el verismo con que actuan los cinco actores, o la pasión que ponen en la interpretación, tienen más valor que sus condiciones artísticas.

Es el que ofrece Marea blanca un modelo de teatro que puede, naturalmente, mejorarse desde el punto de vista de la técnica dramática, pero que cubre una necesidad -la de plantear problemas reales de la vida cotidiana de una manera clara y directa- de una sociedad que tiende demasiado, en el terreno del teatro, a lo evasivo.

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