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Reportaje:HUIR DEL HOGAR PARA SALVAR LA VIDA / 1

Los refugiados, una dura carga para los países pobres

Las guerras, los conflictos internos, las políticas represivas de los Gobiernos totalitarios y el hambre provocada por la sequía africana empujan cada día a miles de personas a abandonar sus países y buscar la protección y ayuda de otros Gobiernos. En algunos casos se trata de masivos movimientos migratorios que fluyen hacia países con un alto índice de pobreza, a los que sitúan en una situación de dependencia de la ayuda internacional. La mayoría de los 10 millones de desplazados existentes, actualmente en el mundo confía en volver un día a sus países de origen; pero mientras espera una solución política, la única alternativa es rehacer su vida en otro país.

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Un refugiado es toda aquella persona que, ante fundados temores de persecución por motivos de raza, religión, ideología política o pertenencia a un grupo social, se ve obligada a abandonar su país de origen. Así lo define la Convención de la ONU de 1951 sobre el Estatuto de los Refugiados, elaborada cuando en Europa aún existían 1,5 millones de desplazados por la II Guerra Mundial. Los conflictos bélicos del Sureste asiá tico, Centroamérica y la sequía de las zonas del Sahel contribuyen a engrosar, cada momento, las filas de los 10 millones de personas en busca de un nuevo hogar."La acogida de los refugiados constituye una práctica tradicional en las culturas más antiguas de la Tierra que se basa en el principio de la hospitalidad", afirma William Richard Smyler, adjunto del Alto Comisionado de la ONU para Refugiados (ACNUR) en Ginebra.

Al término de la II Guerra Mundial, el problema de los refugiados se centraba casi exclusivamente en el territorio europeo, que albergaba campos repletos de millones de personas que habían huido de sus hogares ante el avance de los ejércitos o el temor a las persecuciones políticas de los Gobiernos nazi y fascista. A ellos hay que añadir el caso de los 12 millones de personas pertenecientes a la etnia alemana que los Gobiernos de Rumanía, Yugoslavia o Polonia decidieron expulsar de sus territorios, amparados en la redistribución de las fronteras sellada por la Conferencia de Postdam.

La ayuda internacional logró poner fin a esta situación, pero a partir de entonces el proceso de descolonización puso en marcha nuevas oleadas de refugiados con características totalmente distintas a las anteriores. A las víctimas de la intolerancia hubo que añadir una nueva categoría de desplazados. por el deterioro creado por una continua situación de guerra civil y los desastres naturales que repercuten en la pobreza de las áreas del Tercer Mundo y empujan a las Poblaciones a buscar protección y sustento en otros países.

Migraciones y subdesarrollo

Los movimientos de refugiados de los últimos 10 años son muy distintos a los de la posguerra: sus dimensiones sin precedentes alcanzan en algunos casos niveles de verdaderos movimientos. migratorios masivos que, por lo general, afectan a las áreas más deprimidas del Tercer Mundo.

Los desplazados se convierten en una dura carga económica y so cial para los países que los acogen que generalmente apenas tienen recursos suficientes para satisfa cer las necesidades de su propia población. Es el caso ole Sudán, adonde fluye una doble: corriente de refugiados procedentes de Chad y de Etiopía, víctimas de la sequía que azota la zona del Sahel, combinada con una prolonga da situación de guerra civil. Según datos del ACNUR, ese país, tradicionalmente pobre, con una im portante actividad guerrillera en su interior, acoge en la actualidad a aproximadamente un millón de personas, y a ellas se suman cada día entre 3.000 y 4.000 nuevos llegados. A éstos hay que añadir los desplazados internos de las provincias occidentales sudanesas del Kordofan y Darfur, debido a los efectos de la sequía, que también ha comprometido los frutos de la cosecha de este año en ese país, hasta ahora considerado como un vergel por sus vecinos. "Países como Sudán o Pakistán, que acoge unos tres millones de afiganos en su territorio, no tienen recursos suficientes para hacer frente a esta situación y dependen de la ayuda internacional", afirma Smyser. "Si ésta cesara, ello supondría la catástrofe no sólo para los refugiados, sino también para las poblaciones que los acogen", añade.

Numerosas entidades han denunciado una manipulación de las cifras de refugiados por parte de algunos Gobiernos que tienden a exagerar las cifras para atraer hacia sus arcas la ayuda internacional. A estas acusaciones se suman las de una instrumentación política de este drama. Es el caso de In.donesia, a la que diversas organizaciones acusan de haber obstaculizado el suministro de la ayuda exterior a los más de 300.000 desplazados surgidos en Timor Este a raíz de la invasión en 1975 de Yakarta de la ex colonia portuguesa. Los refugiados de los campos de Timor Este se convirtieron en rehenes del Gobierno indonesio que exigió a las naciones donantes el reconocimiento de su soberanía sobre el territorio ocupado.

La acción de los organismos internacionales encargados de la ayuda al refugiado se halla sujeta a los criterios y legislaciones existentes en los países que acogen a los huidos. Lo que teóricamente, debería ser una estrecha colaboración entre organismos y Gobiernos a veces se convierte en un diricil ejercicio de equilibrio entre la necesidad de salvar la vida de miles de personas y la voluntad soberana del Gobierno que los acoge. Los organismos pueden discrepar de las decisiones adoptadas por los Gobiernos sobre refugiados, pero deben acatarlas con la cautela que dicta la realidad de que la admisión de los desplazados se basa en el principio de la hospitalidad a la que sólo obligan consideraciones humanitarias.

La falta de una conciencia de los Estados respecto a la realidad es, según organismos como el ACNUR, la razón de que las advertencias sobre la adopción de medidas para contrarrestar las causas que generan refugiados caigan en saco roto. Por eso consideran necesario un reforzamiento de los medios y mecanismos que, sin apartarse de su naturaleza apolítica, agilicen los trámites de la ayuda internacional.

"La situación de los refugiados plantea graves problemas, pero en general los Gobiernos que acogen a los desplazados han dado muestras de gran generosidad", afirma Srnyler. "No hay que olvidar que las altas concentraciones de refugiados pueden afectar incluso al equilibrio político de un país y crear problemas que no pueden resolverse ni siquiera con dinero".

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