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Delibes: "Aunque haya escrito 40 libros nunca estoy seguro de saberlo hacer"

El escritor da los últimos toques a su nueva novela, 'El tesoro'

"Aunque uno haya escrito 40 libros, no está nunca seguro de haber aprendido a hacerlo. Ésta es una de las consecuencias que saco cuando analizo la relación con mi obra". Miguel Delibes, que en estos días da los últimos toques a El tesoro, su última novela, reconoce también que el escritor nunca sabe cuál va a ser su última obra ni "cuándo no va a salirle, a plasmarse en el papel lo que está pensando".

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ValladolidEs, quizá, el aspecto menos atractivo de la creación literaria para el autor de Cinco horas con Mario. "El sufrimiento del escritor es grande en cuanto ve con claridad que aquello no marcha y, además, no sabe aplicar el oportuno bálsamo. Quiero decir que si junto a los fallos el escritor percibiera los remedios, las obras serían perfectas con arreglo al ideal que de esa obra se forjó el autor".Delibes define con un símil este fenómeno que él reconoce padecer a veces: "Hay obras que van renqueando a medida que el tema avanza y terminan por calarse, igual que un automóvil que pretendiéramos arrancar en una velocidad inadecuada".

Claro que no siempre es así: "Hay días en que la pluma y el cerebro responden a lo que no ha pensado hacer y, en consecuencia, la novela fluye y el autor se siente satisfecho". Miguel Delibes suele quedar saturado cuando acaba una novela, así que sólo la relee, una vez impresa, para corregir las erratas, aunque cree que "esto de las erratas es el cuento de nunca acabar: corriges unas, pero salen otras. Uno queda tan saturado de una novela en la que ha estado inmerso meses o años, que ya no ve más allá de sus narices", agrega. "Por eso es incapaz de juzgar si ha quedado o no con arreglo a sus planes. Ahora bien, pasado un tiempo, uno lee la novela como nueva, como de otro, y entonces sí, entonces estaría presto y en buena disposición para corregir y, seguramente, mejorar el estilo literario".

El novelista no es, paradójicamente, lector de novelas. "No es el género que más me interesa. Prefiero los ensayos ecológicos -hay algunos americanos muy buenos-, las biografías, las entrevistas largas con personajes que digan cosas, la historia o los ensayos de tipo histórico".

Tampoco tiene aficiones bibliográficas, aunque cuente, lógicamente, con una buena biblioteca. "Es curioso, a veces me llama la gente para ofrecerme ejemplares de primeras ediciones o libros viejos, y tengo que decir que no, porque no soy bibliófilo. El libro me interesa para leerlo, no como objeto".

Honor de los libreros

El libro fue el motivo de un reciente homenaje a Delibes. La Asociación de Libreros le entregó el Libro de Oro, que él valora mucho, "porque los libreros son los intermediarios entre el autor y los lectores". Cree que con esta distinción los libreros "han premiado a un autor que, generalmente, vende muchos libros, aunque pienso que en esto de la venta del libro, si no tanto como el autor, sí tiene mucha importancia el librero, porque su asesoramiento, su consejo y su poder de convicción también cuentan." Por eso entiende que la figura del librero no está suficientemente reconocida. "Se le considera como un mercader más, y no es así. El buen librero tiene que tener conocimientos comerciales, pero también relación con las personas que escriben estos libros, de tal forma que la orientación que ofrezca al cliente no sólo se refiera a aspectos técnicos, sino también a las constantes e inclinaciones del autor".Miguel Delibes no cree en las estadísticas según las cuales hay numerosísimos hogares españoles sin un solo libro. "Hay clubes de lectores que han hecho una buena labor en este terreno y que han salvado las barreras que impedían a la gente acercarse a las librerías. A través de estos cauces el libro llega a casa sin necesidad de que la persona lo adquiera en una librería, y se rompe así el pudor, cuando no temor, del hombre del pueblo a entrar en las librerías". "Hay que tener en cuenta", añade, "que para este hombre la librería es un mundo remoto y, a veces, hostil, porque los males les vienen tradicionalmente de los papeles escritos".

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