Abalorios de tul ilusión
La moda distorsiona el mercado de piedras preciosas desde un punto de vista exclusivamente inversor
Los expertos diamanteros suelen denominarlas piedras de colores, con un rictus que no puede disimular cierto desprecio. Pero, ciertamente, el mundo de las piedras finas o preciosas atrae la atención de muchos compradores en todo el mundo. Y también en España, como no podía ser menos. Pero las modas, tan cambiantes y dispares, originan una elevada inestabilidad en los precios de estas gemas, lo que impide considerar que en estos casos se pueda realizar una verdadera inversión.
Lady Di apareció un buen día en las portadas de las revistas del corazón luciendo unos preciosos zafiros. El resultado, a nivel mundial, no se hizo esperar: cientos de miles de jóvenes damitas -o no tan jóvenes o no tan damitas- quisieron imitar el ejemplo de la famosa y, consecuentemente, en el mercado los precios de estas gemas subieron como la espuma.A nivel español tampoco faltan ejemplos sustanciosos. Las perlas, que se encontraban algo arrinconadas en los últimos tiempos, han vuelto a situarse en cabeza gracias a la profusa utilización que de ellas viene realizando la marquesa de Griñón -Isabel Preysler-, un personaje popular para el gran público. También en Europa ha tenido lugar un fenómeno similar, esta vez protagonizado por los envidiados collares de Carolina de Mónaco.
Estos casos, que no dejan de tener su gracejo en la columna de chismes de la jet society, originan unas oscilaciones tan fuertes en las cotizaciones que desaconsejan la compra de este tipo de gemas desde un punto de vista exclusivamente inversor. El mayor riesgo, desde este punto de vista, es adquirir un tipo de gema -incluso una talla determinada de esa piedra, o la propia tonalidad- que puede haber pasado de moda cuando llegue la hora de vender.
Ejemplos históricos no faltan. El azabache gozó de gran popularidad entre las viudas durante el siglo pasado, y su aceptación llegó hasta pocos años antes de la guerra civil. Hoy, por el contrario, han caído en desgracia, acusados de atraer la desgracia... Ya se sabe que muchos españoles consideran que no se debe ser supersticioso porque eso trae mala suerte, así que no es de extrañar que piedras como el ópalo, que en Estados Unidos se cotiza casi a los mismos precios que el diamante,-en nuestro país no logren despertar interés, acusados nuevamente de desencadenar las iras del Averno.
No se puede olvidar, por consiguiente, que frente a los diamantes, las demás gemas, por muy finas.o preciosas que sean, ofrecen unas pobres posibilidades inversoras, especialmente debido al caos que la moda cambiante origina en sus cotizaciones. De todas formas, los precios vienen evolucionando muy poco y si ahora estas piedras son más caras que hace algunos años se debe únicamente a la favorable evolución del dólar respecto a la peseta.
Un caos de bellos colores
Como tampoco se puede obviar la inexistencia en el mercado de gemas, al contrario de lo que ocurre con los diamantes, de unas cotizaciones oficiales o de una organización que, como la surafricana De Beers, regule la oferta, lo que termina garantizando una estabilidad para la futura evolución de los precios. Los productores de piedras preciosas no son países muy ricos y se encuentran desorganizados, así que es frecuente que ellos mismos originen distorsiones en el mercado al realizar ventas masivas cuando lo necesita su débil economía. Quizá la única excepción sea Colombia, que controla bastante bien el mercado de esmeraldas, a pesar de que Zambia realiza cierta competencia a base de piedras de menor calidad.
Ahora bien, las gemas tienen importantes diferencias entre ellas, al margen de que los comentarios anteriores les afecten por igual. Esmeralda, rubí y zafiro son las primeras estrellas de este negocio. Tanzanita, tsavorita, turquesa, topacio y aguamarina se mantienen en un digno segundo plano. Amatista, citrino, espinela o jade se encuentran ya en los límites dé la bisutería a efectos de inversión.
Las perlas, por su parte, llevan una vida muy particular, ya que son las únicas gemas que pueden ser creadas artificialmente, a medida de la depianda y según considera Japón, virtual controlador de este mercado. Pero las demás piedras comienzan a presentar síntomas de agotamiento, como sucedecon otra gema a la que el vulgo otorga la facultad de atraer la mala suerte: el rubí, cuyos yacimientos en Birmania se encuentran seriamente diezmados.
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