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Miles de personas, entre ellas tres ministros, asistieron en Arenys de Mar al sepelio del poeta Salvador Espriu

La familia de Salvador Espriu, el presidente de la Generalitat y tres ministros del Gobierno central presidieron el funeral del poeta catalán Salvador Espriu, celebrado ayer por la tarde en la iglesia parroquial de Arenys de Mar, localidad en la que solía pasar sus vacaciones y que denominó en su obra poética Sinera. Varios miles de personas asistieron a la celebración religiosa y acompañaron el féretro hasta el cementerio, situado en una colina desde la que se divisa la costa del Maresme.

Dos adagios sonaron en la iglesia parroquial de Arenys, que a las 16.30 horas estaba ya llena, mientras se esperaba la llegada del féretro y de los familiares de Salvador Espriu. El presidente de la Generalitat, Jordi Pujol; el ministro de Cultura, Javier Solana; el de Defensa, Narcís Serra; el de Sanidad, Ernest Lluch; el presidente del Parlament, Miquel Coll Alentorn, y el delegado del Gobierno, Francesc Martí Jusmet, presidieron el acto fúnebre, junto a los hermanos y allegados del poeta. El acto religioso fue sencillo, para respetar de esta manera las últimas voluntades de Salvador Espriu, quien había pedido también que no se pusieran coronas de flores en su tumba. El ataúd iba simplemente cubierto parcialmente por una senyera (las cuatro barras catalanas) de seda.Oficiaron la ceremonia el abad de Montserrat, Cassià Just, y mossén Martí Amagat. Hicieron referencia a la personalidad "respetuosa y delicada" de Salvador Espriu agradeciéndole, "como catalán y desde mi fe cristiana", lo que había hecho por su país. A continuación se leyó parte de la última carta que el sacerdote oficiante había recibido de Salvador Espriu, en la que el poeta le decía, en catalán: "Muchas gracias, mosén, especialmente por el ofrecimiento de sus oraciones, que está claro que necesito". Recordando algunos textos del escritor, Martí Amagat acabó su suscinta homilía citando la Cançó de la mort resplendent (Canción de la muerte resplandeciente).

Entre las autoridades presentes en el acto, estaban también el capitán general de Cataluña, Fernando Rodríguez Ventosa, y el alcalde de Barcelona, Pasqual Maragall. Entre los políticos, figuraban los consellers Joan Rigol, Macià Alavedra, Josep Maria Cullel, Joan Guitart y Josep Laporte; el ex presidente de la Generalitat Josep Tarradellas, con su esposa Antonia Macià; el portavoz de la Minoría Catalana, Miquel Roca Junyent; el secretario general de Esquerra Republicana, Heribert Barrera; los diputados socialistas Isidre Molas y Raimon Obiols, que estaba sentado al lado del, secretario general del PSUC, Antoni Gutiérrez Diaz; el ex conseller de Cultura, Max Cahner, y el ex senador Josep Benet. El número de literatos catalanes que asistieron al oficio es incontable y destacaba la presencia del poeta J. V. Foix, que acaba de cumplir 92 años.

Una vez terminado el acto religioso, el cortejo se dir1gió hacia el cementerio, que se encuentra casi en las afueras de la localidad, en lo alto de una colina divisando Sinera y la costa del Maresme. El número de personas congregadas en el cementario era mucho mayor, debido a que se sumaron numerosos habitantes de Arenys.

Con el fin de respetar la voluntad del fallecido, no se permitió la entrada en el cementerio de las coronas que habían sido enviadas por distintas administraciones públicas.

El ataúd fue colocado en el nicho en medio de un gran silencio, sólo interrumpido por la cantante Marina Rosell, quien entonó El cant dels ocells en una versión del propio Espriu.

Al finalizar el entierro, los asistentes entonaron Els segadors. El canto empezó como un ronroneo tenue, que algunos asistentes insistieron en reconvertir en canción con palabras. Algunos comentarios resaltaban que la muerte de Espriu constituía para los catalanes una conmoción nacional como lo fue la de Verdi -la última palabra escrita por el poeta antes de morir- para los italianos.

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