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SALVADOR ESPRIU

Detestaba la avaricia y el viento

Salvador Espriu i Castelló nació en Santa Coloma de Farnés (Gerona) en 1913. Hijo de un notario, su infancia transcurrió entre el pueblo natal, Arenys de Mar, y Barcelona. En 1930 ingresó en la Universidad de Barcelona, centro en el que cursó Derecho e Historia. Durante la guerra civil fue movilizado y sirvió en la Auditoría de Guerra. En 1971 recibió el Premio Montaigne, máxima expresión del reconocimiento internacional a su obra ya que nunca obtuvo el Nobel, a pesar de que existieron varias iniciativas para proponer su candidatura. Al año siguiente, recibió el Premio de Honor de las Letras Catalanas. Ha publicado libros de poesía -La pell de brau, Cementiri de Sinera...-, obras de teatro -Primera histbria dEsther- y narraciones.Doctor honoris causa por las universidades de Barcelona y Toulouse (Francia), en 1980 recibió la Medalla de Oro de la Generalitat. Era presidente de la Asociación Internacional para la Defensa de las Lenguas y las Culturas Amenazadas y miembro de la Academia de les Bones Lletres.

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Al margen de su propia obra, una literatura de notable entidad formal y vuelo simbólico (Sepharad y Sinera, España y Cataluña), el propio poeta ha comentado en varias ocasiones aspectos biográficos que están detrás de su lírica.

La guerra civil, la lucha fratricida, ha sido una constante preocupación en sus versos. "Mi amigo Salom fue simultáneamente asesinado por los dos bandos en pugna cuando apenas habíamos iniciado la pasada guerra civil". Esta frase de una entrevista la incluyó en la cabecera de una de sus obras.

Para Espriu, la guerra civil era algo fundamentalmente incomprensible, sin sentido. "La guerra civil", ha dicho Espriu, "me hizo una enorme impresión, porque yo no era ni rojo ni blanco. Sufrí la guerra por los dos lados. Como que no era ni de los unos ni de los otros y veía que, ganara quien ganara, era el hundimiento de aquello que yo quería, un país con una proyección liberal y democrática y de tolerancia y de diversas opiniones con respeto mutuo, vi la guerra perdida desde el principio, porque era contrario a una confrontación entre nosotros".

En alguna ocasión, Espriu se autodefinió como una persona que "detesta los premios literarios, la avaricia, la suciedad, los homenajes, el viento, el desorden y el ruido, salir de noche, comer fuera de casa, eso que llaman vida de relación, los conciertos, las confidencias de los amigos, aconsejar, las obscenas expansiones de la vanidad" y reconocía que no se había casado "porque no he tenido tiempo ni el optimista coraje o la abnegada desesperación de hacerlo".

Acerca de su obra, el escritor manifestó que "no creo en los géneros literarios; sobre todo en mi literatura, creo que se trata de vasos comunicantes, se pasa de mi lírica a la narrativa y de la narrativa al teatro sin solución de continuidad". "Todos mis libros son cíclicos, los unos se explican en función de los otros".

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