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Los británicos, dispuestos a prohibir experimentos con 'embriones probeta'

Si el Gobierno no lo impide, el Parlamento británico puede aprobar en breve una ley por la que se prohíbe toda clase de experimentos científicos con embriones humanos fertilizados en probetas. Los sentimientos de los diputados sobre el tema quedaron patentes el pasado viernes, cuando se aprobó en segunda lectura un proyecto de ley presentado por el ex diputado conservador y actualmente representante de los unionistas del Ulster, Enoch Powell, por 238 votos contra 66, una mayoría inusitada para un proyecto de ley presentado por un diputado particular y no por un partido político. Los partidos decidieron dar a sus diputados libertad de voto y el resultado de la votación ha causado una gran sorpresa.

Nada menos que 35 ministros y whips (látigos) del partido conservador -entre ellos, el presidente del partido, John Selwyn Gummer; el líder tory de la Cámara, John Biffen, y el secretario de Estado para Irlanda del Norte, Douglas Hurd- votaron a favor del proyecto de ley, que pretende prohibir toda clase de experimentos con embriones humanos fertilizados en probeta, salvo cuando se trata de inseminar artificialmente á una mujer sin hijos.La batalla parlamentaria, dado el complicado procedimiento vigente en la Cámara de los Comunes, no está ni mucho menos ganada, ya que el proyecto de ley tiene que pasar todavía a estudio de una comisión y después ser sometido al pleno, lo que le permitirá al Gobierno, si así lo desea, congelar este proyecto de ley y presentar su propia legislación. El Gobierno conservador, cuya primera ministra, Margaret Thatcher, se opone al proyecto de Enoch Powell, tiene intención de introducir una legislación sobre todas las cuestiones relativas a la inseminación artificial, a los niños probeta y al tema de las madres alquiladas sobre la base de un largo informe conocido por el Informe Warnock, pendiente de estudio en la Cámara.

En el Informe Warnock, que toma el nombre de su presidenta, lady Warnock, se permiten los experimentos con embriones humanos fertilizados en probeta siempre que éstos no tengan más de dos semanas.

Entre las organizaciones abortistas y feministas del Reino Unido existe el temor de que la aprobación de una ley de características similares por el Parlamento significaría el primer paso para iniciar una campaña contra el aborto.

El debate tuvo un comienzo tumultuoso. Una docena de mujeres, perteneciente al Movimiento Comunista Revolucionario, se instaló en la tribuna pública de la Cámara y empezó a arrojar a los honorables diputados una lluvia de píldoras anticonceptivas y preservativos, al tiempo que hacían sonar unos silbatos. Tras su expulsión de la Cámara, el influyente diputado conservador Norman St. JohnStevas, de religión católica, presentó al speaker Bernard Weatherill una petición popular, con cerca de dos millones de firmas, en apoyo del proyecto de ley de Enoch Powell. Se trata de la petición pública más numerosa presentada a la Cámara desde 1830, con motivo entonces de la ley de derechos del pueblo.

Por su parte, el primado católico del Reino Unido y arzobispo de Westminster, cardenal Basil Hume, había escrito a todos los diputados pidiéndoles el apoyo al proyecto de ley.

La diputada laborista Jo Richardson se pronunció contra la ley alegando que ponía en peligro la importante investigación que se estaba llevando a cabo en torno a los problemas de infertilidad y de las deformaciones congénitas. Pero incluso una mayoría de los diputados laboristas asistentes al debate apoyó el proyecto de ley, 44 a favor y 41 en contra, mientras que de los conservadores asistentes 170 lo hacían a favor y 22 en contra.

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