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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El alcalde de Madrid

LA INTERVENCIÓN quirúrgica sufrida la pasada semana por Enrique Tierno Galván ha permitido apreciar en todo su valor la popularidad de que disfruta el alcalde de Madrid entre los vecinos de esta Villa y Corte, pero también en los de otras comunidades autónomas. Varias han sido las empresas políticas intentadas a lo largo de su vida, y con distinta fortuna, por el viejo profesor, cariñoso apodo con que le bautizaron sus discípulos de Derecho Político cuando apenas había rebasado la cuarentena. Ninguna, sin embargo, ha cuadrado mejor con su personalidad y le ha proporcionado mayores éxitos que el cargo de corregidor democrático de la capital del Reino. Un sabio escepticismo, la capacidad de distanciamiento, el tratamiento lúdico de las ideas y una soterrada ironía han servido a Enrique Tierno para construir y protagonizar con singular talento su papel de hombre público.De esta forma, la honda vocación política del viejo profesor ha alcanzado su máximo despliegue en el desempeño de unas funciones a cuyo servicio ha puesto no tanto la destreza técnica, la capacidad de gestión administrativa o la disposición para decidir personalmente entre opciones conflictivas como una especial sensibilidad para sintonizar con la opinión ciudadana y una notable habilidad para devolver a la vida pública esos necesarios componentes de espectáculo que los asuntos humanos requieren. No todos los políticos llegan a confesarse a sí mismos -y menos aún a reconocer ante, sus votantes- que los problemas de una sociedad compleja, plural y atravesada por intereses contrapuestos carecen de soluciones mágicas y de respuestas milagrosas. Pero Enrique Tierno, que reserva sus exhortaciones a la utopía para citas a larguísimo plazo con la macropolítica, ha sido siempre consciente, en su actuaciones prácticas como alcalde, de que las resistencias de la realidad sólo pueden ser orilladas mediante reformas cautelosas, comentarios risueños y enigmáticas generalizaciones que atribuyen significado histórico a cada paso cotidiano.

La oleada de sincera preocupación y de mayoritario afecto suscitada por su enfermedad demuestra que Enrique Tierno Galván acertó plenamente a la hora de diseñar y de encarnar su imagen como alcalde de la capital. No se trata sólo de que las, ingeniosas parodias estilísticas y léxicas de sus bandos hayan sido bien recibidas por los vecinos, dispuestos de buen grado a aceptar la compatibilidad entre el sentido del humor y la administración municipal y seguramente agradecidos de que el ejercicio democrático de la autoridad deje también espacio a las regañinas irónicas de una figura paterna. Existen otras pruebas de que las invitaciones a la desdramatización, a la cordura y a la concordia han contribuido a fundamentar la popularidad de este viejo profesor para quien la política ha sido el centro orientador de: su vida. Desde 1979 Madrid es una ciudad más habitabile y menos hosca, más culta y mejor gestionada, más acogedora y menos gritona, más alegre y menos centralista. Que esos logros tienen a Enrique Tierno como punto de referencia emblemático ha quedado sobradamente ¡demostrado con el sobresalto efectivo producido por su enfermedad. Operado el mismo día en que celebrababa sus 67 años, sólo resta desearle al viejo profesor que cumpla otros muchos con salud y que su talante político sirva de enseñanza para tanto prepotente a destiempo.

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