Nuevas formas de terrorismo
UNA SERIE de actos terroristas ha tenido lugar en estos últimos días en diversos países europeos: el asesinato en Francia de un general que ocupaba un alto cargo en el Ministerio de Defensa; el asesinato en la República Federal de Alemania (RFA) del ejecutivo de empresas armamentistas; la explosión cerca de Atenas de una bomba en un local en el que estaban concentrados numerosos soldados norteamericanos; ataques en el puerto de Lisboa con morteros contra navíos de la OTAN, y un atentado en Beja contra una base de entrenamiento de la RFA. En fechas anteriores se produjeron en Bélgica ataques contra instalaciones de la OTAN. Estos hechos permiten hablar del surgimiento de un terrorismo con ciertos rasgos nuevos en sus objetivos y métodos; dirigido más o menos directamente, según los casos, contra personas ligadas al sistema militar de la OTAN. Sin embargo, sería probablemente exagerado meter todo en un mismo saco y montar el mito de una operación global contra la OTAN en numerosos países. En ciertos casos, la coordinación entre grupos armados de distintas naciones es evidente; en otros, no obstante, aparece mucho menos probable, si se tiene en cuenta el carácter tan diverso de las acciones.Los dos asesinatos realizados, uno en Francia y el otro en la RFA, representan obviamente los ataques más graves. Ha habido una cooperación, proclamada por ellos mismos, de la Fracción Ejército Rojo (RAF) alemana y de la Acción Directa francesa, que tienen ya un cargado balance de atentados. Lo nuevo es su colaboración organizada por encima de las fronteras. Han publicado un comunicado común, en el que defienden tesis políticas antiimperialistas, pretendiendo justificar sus acciones por la lucha contra los planes militares de la OTAN en Europa. Incluso si una cooperación semejante no se ha establecido aún entre organizaciones terroristas de otros países, existe la amenaza de que se plasme, lo que aconseja adoptar medidas adecuadas.
Estos hechos son serios y preocupantes para la democracia europea. Pero no pueden hacer olvidar que, en términos generales, el terrorismo ha sufrido golpes muy duros en los últimos años. Era mucho más fuerte que hoy, sobre todo en Italia y en la RFA, en los años setenta. En España, la democracia ha logrado consolidarse y ha conseguido debilitar la agresión terrorista, particularmente de ETA. La experiencia española pone de relieve la eficacia, y en cierto modo la necesidad, de una cooperación internacional para la lucha contra el terrorismo.
El actual rebrote confirma que el terrorismo es un verdadero cáncer de las sociedades democráticas europeas, cuya extirpación es muy difícil; suele dejar residuos y fermentos. Encuentra un caldo de cultivo en zonas de desesperación juvenil, en parte provocadas por la crisis económica, por exasperaciones seudorrevolucionarias, y sobre todo por una manipulación criminal, en muchos casos con ramificaciones internacionales difíciles de determinar. Anchas franjas de criminalidad, comercio ilegal de armas, tráfico de drogas facilitan los rebrotes terroristas. En la actual fase parece obvia la intención de utilizar la oposición de sectores populares europeos a determinadas decisiones de la OTAN, como la instalación de los euromisiles, para presentar los actos terroristas como una continuación, por otros medios, del mismo combate. Pero tal propósito es vano. El terrorismo contamina, envenena las causas, por elevadas que sean, en nombre de las cuales pretende luchar. Al pacifismo europeo, sólo daño puede causarle. El repudio del terrorismo es terreno de coincidencia de todas las fuerzas democráticas en Europa.
Se ha puesto en marcha, con bastante rapidez, una acción gubernamental común de diversos países; entre Francia y la RFA se ha creado un "grupo operativo". Los ministros del Interior de Italia y España han adoptado medidas para intensificar la cooperación. Se anuncian otras nuevas para extenderla entre los diversos países europeos en cuestiones como la información y la prevención.
El jefe del Gobierno español, en diversas ocasiones, y, en particular el 31 de enero del año pasado ante el Consejo de Europa, insistió en que el terrorismo era un fenómeno internacional y propuso una conferencia europea para abordar esta cuestión. Aunque el problema de ETA tenga rasgos muy específicos, a España sólo puede beneficiarle este nuevo dinamismo que se manifiesta en Europa para organizar una cooperación efectiva en la lucha contra el terrorismo. Lucha que exige -no huelga recordarlo- la observación plena de los principios del Estado de derecho y de la legalidad democrática. La democracia no puede renunciar a su esencia ni siquiera cuando necesita defenderse de sus enemigos.
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