Penas de hasta dos años de prisión para tres disidentes yugoslavos
Tres intelectuales acusados de propaganda ilegal, Miodrag Ilich, Milan Nikolich y Dragomir Oluyich, fueron condenados ayer en Yugoslavia a penas de prisión de dos años, 18 meses y un año, respectivamente, por propaganda ilegal. Por primera vez en la crónica de los procesos políticos de este país, un acusado, PavIusko Imsirovich, fue exonerado de sus cargos por falta de pruebas, y otros dos más quedaron pendientes de que prosiga su juicio.El fiscal abrió la vista del caso el pasado 5 de noviembre, con la acusación de "intento de asociación contra el Estado". La falta de argumentos movió al ministerio público a rebajar el nivel de esta demanda hasta la más modesta de propaganda ilegal. Manifestó el fiscal que las legislaciones de España y Estados Unidos tipifican también modalidades del delito de propaganda. De unos 20 testigos oídos en tres meses, sólo uno corroboró la acusación, en una declaración farragosa y contradictoria.
En abril de 1984, la policía yugoslava irrumpió en el piso de uno de los condenados, el periodista y politólogo VIadimir Oluyich, deteniendo a las 28 personas que asistían a una disertación sobre el nacionalismo del famoso disidente Milovan Djilas. El antiguo brazo derecho de Tito, caído en desgracia en 1954, fue inmediatamente puesto en libertad. Dada su influencia en medios occidentales, su condena habría entrañado una pérdida de imagen para las autoridades yugoslavas.
Los tres condenados se han declarado socialistas, marxistas o eurocomunistas. Milan Nikolich manifestó al final de su defensa: "Nuestro destino poco importa, porque nuestra piel ya cubre el tambor; pero nuestra condena alentará a quienes desean la restauración del estalinismo, esas personas que aman al Estado y a las que éste les corresponde en su pasión". El juez, joven y de talante liberal, que se fue crispando hacia el final del proceso, replicó que la libertad de expresión no da derecho a falsear la historia.
Dos de los declarados culpables dudaron de la verdad oficial sobre el cometido histórico de Tito, "ser querido que ya no está entre nosotros", según dijo el fiscal. El acusado Oluyich replicó que "como marxista, no me está permitido creer en verdades eternas".
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