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Israel recela de las gestiones de las grandes potencias para llevar la paz a Oriente Próximo

La aparente decisión de Estados Unidos y la Unión Soviética de presionar a sus respectivos aliados en Oriente Próximo en favor de una negociación de paz en la región ha provocado una tormenta política en Israel, que ve con recelo dicha operación. "Cuando el problema de Oriente Próximo esté en el orden del día, Estados Unidos no se opondrá a que la Unión Soviética participe en cualquier foro destinado a lograr la paz", han declarado altos funcionarios norteamericanos al enviado especial en Washington del diario israelí Haaretz.

El diario norteamericano The New York Times informaba ayer que la Administración de Ronald Reagan ha comunicado a los Gobierno de Israel y Egipto que Estados Unidos y la Unión Soviética han acordado mantener próximamente conversaciones sobre Oriente Próximo. El citado periódico añade que un alto funcionario del Departamento de Estado, Mark Palmer, envió sendos mensajes a El Cairo y Tel Aviv tras las reuniones mantenidas la pasada semana en Ginebra por los ministros de Asuntos Exteriores de la URSS, Andrei Grorniko, y EE UU, George Shultz.Fuentes no oficiales israelíes aseguran incluso que Washington estará representado en esas conversaciones por el subsecretario de Estado, Richard Murphy.

Los esfuerzos hechos en Israel por minimizar la importancia de este acuerdo no logran ocultar la preocupación de los dirigentes israelíes por este acuerdo soviético-norte americano sobre la necesidad de abordar la crisis de Oriente Próximo. El Gobierno de Israel se pregunta hoy si todavía puede confiar en la promesa de Estados Unidos de que se opondría a la celebración de una conferencia internacional sobre Oriente Próximo con la participación de todas las partes involucradas, incluida la URSS.

Israel teme que el presidente norteamericano, Ronald Reagan, quiera aprovechar este segundo período en la Casa Blanca para, al igual que ha hecho en eltema del desarme, pasar a la historia como un hombre de paz y busque para ello acuerdos con Moscú.

Los norteamericanos perecen haber llegado a la conclusión de que los soviéticos, a pesar de su debilitamiento en la zona, todavía cuentan con suficiente influencia como para bloquear cualquier esfuerzo para una paz global en Oriente Próximo.

Moscú ha ganado puntos últimamente. Primero, en Líbano, donde Siria parece haber superado definitivamente a Israel. En segundo lugar, gracias a la reanudación de relaciones diplomáticas con Egipto, que pronto comprará a la URSS aviones Mig-27. Por último, incluso Jordania, un país considerado tradicionalmente como pronorteamericano ha encargado a los soviéticos misiles Sam-6, cuyas primeras unidades recibirá el próximo mes.

Por otra parte, en Washington se duda de que Israel sea capaz de hacer el suficiente esfuerzo de imaginación política, y menos aún bajo el gobierno de Simón Peres, capaz de desencadenar el proceso de paz en dirección de palestinos y jordanos. Si la Unión Soviética ejerce presión sobre los sirios y los palestinos para que moderen sus posiciones ante el Estado israelí, Estados Unidos podría realizar también cierta presión sobre Israel. Pero, en definitiva, ni la URSS ni EEUU podrán solucionar el tema. Israel deberá contar una vez más con los árabes para salir de una situación delicada.

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