Coprotagonista en la Casa Blanca
(...) En una reciente entrevista concedida por el presidente a Time, éste comentó: "Cuando me ocurre algo inusual, o algo importante en mi vida, o me cuentan algo, me digo: '¡Espera a que lo sepa Nancy!'. Así funcionan las cosas entre nosotros'.(...) La tarea que Nancy se ha autoimpuesto es "proteger a Ronnie". Como primera medida, vigila a las personas que rodean al presidente, porque sabe que ellos son los que ponen en funcionamiento todo. Así, no ha dudado en utilizar su influencia a la hora de los cambios en el Gabinete. Al presidente le irritan los comentarios sobre el poder de su mujer, que se ha convertido en una segunda edición de Edith Wilson.
(...) A comienzos de 1980 ella estuvo en contacto estrecho con John Sears, jefe de la campaña electoral, y trató de suavizar las discusiones entre Reagan y Sears. Después se encargó de que no fuera despedido antes de vencer en el caucus decisivo de New Hampshire. Más tarde, Alexander Haig comentó que cuando fue destituido como secretario de Estado lo fue porque Baker y Deaver le persuadieron a ella de la conveniencia, y ella transmitió este parecer al presidente.
(...) No obstante, la primera dama no consigue siempre lo que quiere. Recientemente, con motivo de las elecciones al Congreso de 1982, ella le sugirió una purga entre los miembros de la Administración. Pero él le contestó que no era el momento adecuado para efectuar cambios. Nancy opina que en determinadas cuestiones él peca de excesiva indulgencia. Su hijo Ron, el favorito, la define como una dirigente nata, carente de sentimientos. Tiene un gran instinto para dirigir pequeños grupos. Por ello comenzó a actuar sobre el staff de la Casa Blanca. Pero sus intervenciones no se limitan al Gabinete y al staff del presidente. El verano pasado, durante la campaña electoral, mostró su desacuerdo por la forma en que se estaba preparando al presidente. Observaba cómo le estaban sobrecargando y, como consecuencia, le confundían. Tras el desastre del primer debate televísivo con Mondale, ella montó en cólera. "Yo sabía que lo estaban haciendo todo nial", arguyó. "Y lo único que sabía era lo que me contaba Ronníe. ¡Ese no era el modo de hacer las cosas!".
Es indudable que con su influencia ha logrado mover al presidente desde posiciones derechistas hacia el centro. En privado, ella podrá mostrarse astuta y refinada, pero en público debe tan sólo mostrarse como una tranquila y agradable primera dama.
(...) Es sabido que no siempre actúa con tactó con sus subordinados. Ella sabe exactamente lo que quiere, cuándo lo quiere y cómo lo quiere, y lo quiere al momento. Su obsesión son los detalles.
(...) Una cosa es cierta: tras la salida del staff de Deaver y Meese, la persona más cercana al presidente en la Casa Blanca es ella. La palabra de la primera dama será la de más peso. (...)
12 de enero
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