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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Esperanza para el deshielo

LA REUNIÓN que han celebrado en Ginebra las delegaciones de EE UU y la URSS, encabezadas por George Shultz y Andrei Gromiko ha concluido con un comunicado común que representa, indiscutiblemente, un éxito importante para la causa de la paz en el mundo. Este resultado ha superado las previsiones y ha constituido una sorpresa agradable para los numerosos periodistas que seguían las entrevistas, cuyo desarrollo estuvo rodeado de un secreto absoluto hasta el último momento. Pero esta misma discreción, desacostumbrada si se recuerdan ocasiones anteriores, era, sin duda, una indicación de que se estaba discutiendo en serio. Las delegaciones no estaban obsesionadas por marcar tantos propagandísticos, sino que buscaban resultados concretos para poder iniciar una negociación sobre las cuestiones del desarme. Los puntos de partida de la URSS y EE UU, tal como habían sido expuestos en diversas declaraciones antes de la reunión, aparecían muy distanciados. Todo indica, pues, que en 14 horas de trabajo intenso se ha pasado revista a una serie de cuestiones de fondo, con mayor o menor profundidad. Dentro de su laconismo, el comunicado lo confirma; no es un texto para salir del paso; su contenido es sustancial. Perfila de modo condensado el objeto, el objetivo y el procedimiento de un tipo de negociación diferente, en una serie de aspectos, de las que han tenido lugar en los últimos años, antes de la interrupción de finales de 1983. Y diferente, en gran parte, porque el propio desarrollo tecnológico de los armamentos exige nuevos tratamientos.Llama la atención en particular el reconocimiento, en el comunicado, de la interdependencia entre las diferentes armas, espaciales y nucleares, estratégicas y de alcance medio; todas estas cuestiones tendrán que ser discutidas y resueltas "teniendo en cuenta su interdependencia". Hasta ahora, incluso en la etapa de las conversaciones para la limitación de armas estratégicas (SALT), se lograron acuerdos cuantitativos, unos techos concertados para diferentes tipos de armas nucleares. Luego, en Ginebra, se negociaba en una mesa sobre euromisiles, y en otra, de modo separado, las armas estratégicas. Ahora se anuncia una negociación cuyo objeto será "el conjunto complejo de temas" relacionados con los diferentes tipos de armamentos; negociaciones más globales, susceptibles de considerar aspectos cuantitativos y cualitativos. Y por tanto, más aptas para poder compensar, equilibrar, las preocupaciones de las partes en diversos terrenos.

El aspecto quizá más nuevo es la inclusión en el comunicado de las armas espaciales en el mismo plano que las nucleares en la definición del objeto de la negociación. En cuanto al objetivo de ésta, será "prevenir una carrera de armamentos en el espacio" y "poner fin a dicha carrera en la Tierra". No cabe duda de que esto responde, en cierta medida, a lo que es hoy, a todas luces, preocupación número uno de la URS S: la inclusión de la guerra de las galaxias como punto de negociación deja abierta la posibilidad de que tales planes no lleguen a materializarse. En EE UU, los sectores más cerriles del Pentágono deseaban evitar esa inclusión. En cambio, el Departamento de Estado era favorable a considerar el tema espacial en una negociación global, pero sin dar ninguna ventaja previa a la URSS. En todo caso, este punto del comunicado supone para Europa una satisfacción; varios de sus Gobiernos han criticado la utilización militar del espacio. Sin duda, la Administración Reagan insiste en que sus planes en este campo están en una fase solamente de estudio y que, por tanto, no se hallarán afectados por eventuales prohibiciones sobre medidas de aplicación. Pero la perspectiva de esos estudios ya no puede ser la misma; queda condicionada e inserta en el marco de una negociación global encaminada a "prevenir una carrera de armamentos en el espacio".

Derivación lógica de lo anterior es que las futuras negociaciones serán llevadas a cabo por "sendas delegaciones, divididas en tres grupos". Habrá, pues, una división por grupos para abordar lo específico de las diversas armas, tal como habían propuesto los norteamericanos. Pero, a la vez, cada delegación será global, tendrá una entidad común, un punto de referencia para ensamblar los aspectos parciales. Por ello, mucho va a depender de las personas que tengan que asumir ese papel decisivo en unas negociaciones inevitablemente difíciles, largas, sembradas de obstáculos. La reunión de Ginebra ha dejado la impresión de que Shultz está asumiendo de un modo cada vez más efectivo, y no sin problemas, la dirección de la política exterior, y concretamente de las negociaciones con la URSS. No es una mala noticia.Ginebra ha sentado las bases de un proceso que puede ir modificando el clima internacional y poner fin a un período particularmente frío y angustioso. Entre el comunicado aprobado y el inicio real de medidas de desarme, el espacio a cubrir es, sin duda, inmenso.

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