Reagan y la 'guerra de las galaxias'
A la ya bien informada opinión pública de Europa occidental no es fácil hacerla comulgar con ruedas de molino, como pretende el presidente Reagan (EL PAÍS, 4 de enero de 1985). La inviabilidad técnica y los riesgos políticos de la mal llamada iniciativa de defensa estratégica han sido reiteradamente señalados a ambos lados del Atlántico. En fecha reciente han insistido en lo mismo de forma contundente el Premio Nobel de Física Hans A. Bethe, et al, en un artículo que recoge el número de diciembre de 1984 de Investigación y Ciencia, así como los prominentes expertos y diplomáticos estadounidenses Robert S. MeNamara, George F. Kennan, Mc George Bundy y Gerard Smith, en un trabajo conjunto publicado en el último número de la revista norteamericana Foreign Affairs.
La virtualidad defensiva de tan dispendioso proyecto es, para colmo, nula, ya que, aun si lograra superar los enormes obstáculos técnicos a que se enfrenta, seguiría sin servir de protección contra armas del tipo de los misiles de crucero. Al oponente le bastaría con multiplicar el número de éstos para arrasar el territorio del adversario.
El proyecto, sin embargo, es óptimo para la industria de armamento estadounidense y para los numerosos miembros de la comunidad científica relacionados con la investigación y desarrollo de estos ingenios bélicos. Así lo ponía de relieve, con amargura, el Premio Nobel de Física, el británico sir Martin Ryle, recientemente fallecido, en el último trabajo que pudo dar a la imprenta.
Si el Congreso norteamericano autorizara esta nueva y extravagante locura, las escasas esperanzas de frenar la carrera de armamentos nucleares se desvanecerían por completo.-
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