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El acuerdo de Addis Abeba

Después de años de vacilación, Israel ha terminado por organizar la vuelta a la tierra prometida de la pequeña comunidad de judíos negros en vía de extinción en las miserables ciudades de la región de Gondar, cuna de Etiopía. Varios millares de fialachas han podido así escapar a la vez del hambre y de la inseguridad que afecta a las poblaciones desheredadas del norte etíope.Esta operación no podía reafizarse más que en secreto para que llegase a su término. Por lo que se sabe, parte de los judíos negros ha sido llevada a Sudán, sobre todo al campamento de refugiados de Ouni Rakoba, próximo a la frontera etíope, donde una docena de millares de ellos -cerca de la mitad de la población total- había sido reagrupada desde septiembre de 1984. Se entiende, naturalmente, que las autoridades sudanesas han facilitado, o al menos dejado hacer, este traslado (...).

Se cree que los otros falachas llegados a Israel se han beneficiado de un puente aéreo directo desde campos de aviación etíopes de la provincia del Tigre, al norte de sus ciudades de origen, donde han sido reagrupados para ser embarcados. Esta operación, que ha puesto a Israel en la picota, no ha podido ser llevada a cabo más que en estrecha cooperación entre el Estado israelí y la Etiopía marxista de Mengistu Haile Marián.

Antes de la revolución etíope de 1974,Jerusalén y Addís Abeba habían mantenido estrechas relaciones, sobre todo en la época en que el emperador Haile Selasie, preocupado por la entrega de material militar de Moscú al Ejército de Somalia, se apoyó en el lobby judío americano para obtener de Washington el armamento necesario para su propio Ejército. Incluso después de 1974, cuando Etiopía estuvo amenazada con la desintegración por los sucesos de la insurrección de Eritrea y del Ejército somalí en Ogaden, Mengistu mantuvo estrechos contactos con el Estado israelí. En esta época, Etiopía había optado ya por el socialismo. (...).

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Tres años más tarde, estos lazos prácticamente habían dejado de existir, y Addis Abeba contaba ante todo con las unidades cubanas y los consejeros soviéticos para mantener la seguridad del antiguo imperio. Sin embargo, todo hace pensar que los contactos se han mantenido y que han permitido, estos dos últimos meses, organizar el discreto éxodo de la pequeña comunidad de los falachas. (...)

5 de enero

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