Entre el dólar y el petróleo
El 'rey verde' y el 'oro negro' se resisten a que baje su cotización mundial
La resistencia a bajar de petróleo y dólar, que tiene una explicación, aunque de difícil lógica a la vista de los datos disponibles, puede retrasar el ansiado efecto pistón que algunos planificadores del Gobierno esperaban que la coyuntura internacional produjera sobre la economía española en 1985. No obstante, el año nuevo no ha hecho más que empezar, y, de hacer caso a los futurólogos, las bases objetivas existen para que la baja del dólar y de los precios del petróleo comiencen a materializarse en las próximas semanas.El mantenimiento del alto valor del dólar está teniendo ya una primera consecuencia en la economía española. Pendiente de su evolución y sin fijar aún su propia idea de lo que va a suceder con la divisa norteamericana a lo largo del nuevo año, el Gobierno ha dejado en suspenso, momentáneamente, sus planes para incrementar de forma sensible los precios de los productos derivados del petróleo. Para el consumidor, esto puede ser bueno. Para el aparato recaudador del Estado, la cosa no está tan clara.
Según estimaciones de la Delegación del Gobierno en CAMPSA, cada unidad que la peseta pierde respecto al dólar, Hacienda deja de ingresar unos 5.500 millones de pesetas anuales. Con un dólar a 174,4 pesetas (el pasado viernes) frente a unos cálculos de 156 pesetas de media a lo largo del año, las pérdidas para los recaudadores de Hacienda a lo largo de 1984 fueron, sin duda, importantes.
En principio, los expertos de Planificación del Gobierno han apostado por una baja moderada del dólar para este año y por una evolución de sensible disminución de los precios de importación del crudo. Para estos expertos, una baja moderada del dólar con respecto a la peseta, hasta situarse en torno a las 150-155 pesetas, sólo tendría efectos beneficiosos para la economía española. Las exportaciones no se verían sensiblemente afectadas y el coste de la financiación exterior se aliviaría. Respecto a otras monedas (ver cuadro), la peseta ha mantenido su posición, lo que hace prever que no se producirían cambios sustanciales y, por tanto, el buen ritmo de las exportaciones no experimentaría grandes cambios.
Pronóstico incierto
Las razones objetivas que justifican la previsión oficiosa sobre una evolución moderada a la baja del dólar está en las mismas constantes de la economía norteamericana y, fundamentalmente, en sus dos déficit crónicos: el presupuestario (más de 200.000 millones de dólares) y el exterior por cuenta corriente (135.000 millones de dólares).
Sin embargo, el pronóstico no deja de ser incierto. Las perspectivas de un ligero estancamiento en la recuperación económica norteamericana apuntan, según reconoció el pasado jueves el portavoz de la Casa Blanca, hacia un empeoramiento del déficit fiscal, lo que conllevaría una subida de los tipos
Entre el dólar y el petróleo
de interés, por el efecto inducido sobre la demanda de crédito para financiarlo. Esto hace que sea perfectamente plausible que el dólar siga con su valor alto, ya que, en cualquier caso, la demanda de los green bucks americanos se tendrá que mantener.Lo curioso es que también existen razones para hacer el análisis contrario. Si el estancamiento (cierto en algunos meses del cuarto trimestre) no se produjera, la propia expectativa del mantenimiento de la reactivación en Estados Unidos mantendría el dólar como refugio de inversores y, por tanto, evitaría su caída. Además, siguiendo el razonamiento de oferta del portavoz de Reagan, el déficit fiscal se estrecharía.
El interrogante del petróleo
En cuanto al petróleo, la experiencia demuestra que los pronósticos sobre la OPEP y sus precios no se cumplen casi nunca. Con todo, la marcada tendencia a la baja del precio del petróleo está sobradamente demostrada desde que, en marzo de 1983, el cartel petrolero se vio forzado a bajar sus tarifas oficiales en su interminable reunión de Londres. Su precio oficial de 29 dólares por barril de arábigo ligero (34 grados de densidad API) no se respeta más que en algunos contratos oficiales, y hoy, como lo fue a lo largo de 1984, es posible comprar el mismo crudo tres dólares más barato.
Pero las perspectivas de una baja aún mayor, especialmente en las tarifas oficiales, no se confirma. La amenaza de una guerra de precios entre los productores del mar del Norte (Reino Unido y Noruega) y los países de la OPEP se ha difuminado tras la promesa del ministro de Petróleo del Gobierno Thatcher, Alick Buchanam-Smith, de no modificar sus tarifas por el momento. Por otro lado, la OPEP puede recibir una ayuda más o menos esperada con la confirmación de la próxima entrada en un invierno habitualmente duro de Europa y Estados Unidos y con la aprobación de su último plan para autovigilarse el cumplimiento estricto de sus propios acuerdos.
Para España, además, la baja de los precios no oficiales del crudo en los mercados mundiales está suponiendo escasos ahorros, debido al complejo sistema de compras de crudo que todavía preserva el actual Gobierno. El mantenimiento casi intacto del mecanismo de compras vía cuota de Comercio hace que las refinerías apenas se puedan beneficiar de las ventajas de ir a comprar crudo o productos, al mercado de Roterdam, hasta un 10% más baratos.
Para colmo, el supuesto acuerdo con Libia para que este país pague sus deudas con empresas españolas mediante entregas de crudo, es una carga onerosa adicional. España había cancelado su contrato de suministro de crudo con Libia debido a la insistencia de este país en cargar precios oficiales, pese a que su petróleo, o equivalente, es cinco dólares menos caro en el mercado.
Si se tiene en cuenta que con cada dólar que baja el barril de crudo los españoles ganamos más de 35.000 millones de pesetas al año, según cálculos de la Delegación en CAMPSA, cabe hacerse una idea de lo que supondría comprar crudo más barato por métodos directos. Hay que decir, sin embargo, que los Ministerios de Hacienda y de Industria han acordado una rebaja sustancial en el porcentaje que supone la cuota de Comercio en las compras de crudo. Pero hay expertos que se preguntan si este acuerdo se llevará a la práctica o, en cualquier caso, si permitirá resarcirse del pasado.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.