El segundo premio, repartido entre los clientes y empleados de una cafetería de Madrid
El segundo premio del sorteo de la lotería del Niño, que este año ha correspondido al número 72.138, fue vendido íntegramente por la administración número 82 de Madrid al propietario de la cafetería Brasilia, situada en el barrio madrileño del Parque de las Avenidas. El número, que se ha vendido por décimos completos, está repartido entre los empleados y clientes habituales del establecimiento, la mayoría de los cuales ha obtenido premios que oscilan entre los cuatro y los ocho millones de pesetas. En la cafetería reinaba ayer la alegría, y las felicitaciones corrían de boca en boca regadas por el champaña regalo de la casa.
"¡Este hombre tiene suerte!", decía una señora agraciada con ocho millones, refiriéndose al propietario de la cafetería, Luis García Fructuoso, que ya había conseguido el reintegro en el último sorteo de Navidad. Luis García adquirió todas las series del número en la administración de lotería situada en el número 48 de la avenida de Bruselas, próxima a su establecimiento. El premio está repartido en décimos porque no tuvo tiempo para hacer participaciones más pequeñas.Luis García, que ha repartido un total de 1.440 millones de pesetas, ha conseguido cuatro millones, ya que al final sólo se quedó con la mitad de un décimo porque tenía muchos compromisos entre sus clientes y familiares. "Siento la alegría", dijo, "de haber dado el premio, y la pena de no jugar más, porque no creo que esto me vuelva a ocurrir". Entre sonrisas comentaba que espera que los empleados no se despidan, a pesar de haber ganado todos más que él.
Tres empleados de la cafetería también han resultado agraciados con una lluvia inesperada de millones. Rafael Rivera, encargado del local y cuñado del dueño, ha gana do unos 32 millones de pesetas pero más de la mitad lo había repartido entre algunos familiares y compromisos. Su esposa llamó por teléfono nada más conocer la noticia y preguntaba un poco nerviosa qué hacía con los décimos agraciados.
Otro de los empleados, Fermín Duarte, había ganado ocho millones de pesetas. Entre risas y bromas, un cliente del bar le dijo: "Ahora que eres millonario, ¿te importa ponerme una caña?". Y Fermín, que era el más serio de todos, continuaba atendiendo a los afortunados y a todos los que habían acudido a la cafetería para sustituir los millones por la alegría contagiosa de los agraciados. "No pienso dejar de trabajar", dijo Fermín, "porque aunque lo que me ha tocado me viene muy bien, tampoco es como para retirarse".
A Yolanda Pinillos, de 20 años, que trabaja como cocinera en la cafetería Brasilia, le han tocado cuatro millones. Las 1.000 pesetas que jugaba se las dio su jefe la noche anterior al sorteo. Un posavasos de la cafetería sirvió de improvisado recibo para que constara su participación. Yolanda manifestó que lo primero que iba a hacer con el dinero era pagar las 18.000 pesetas que su hermana y ella deben a la propietaria de la pensión en la que viven. "El resto", explicó, "lo meteré en un banco para que me rente y seguiré trabajando". El contrato laboral de Yolanda finaliza en febrero, pero declaró que espera que se lo renueven "porque tengo muy buenos compañeros, y un jefe que se enrolla muy bien".
Un equipo de fútbol
Los miembros de un equipo de fútbol compuesto por un grupo de amigos del barrio también se han llevado una parte del segundo premio. José Manuel Peña, al que sus compañeros encargaron comprar el número, manifestó que había adquirido cinco décimos, que repartió entre sus amigos. "No llevamos todos la misma cantidad", dijo, "pero el que menos ha ganado dos millones, y el que más, ocho".
La fortuna también ha sonreído a vecinos del edificio donde está situada la cafetería, a profesores de un colegio próximo y a los propietarios de una pastelería y un quiosco de prensa que se encuentran cerca del local. Rosa Prado, que vive en el edificio y ha ganado ocho millones, decía: "Estoy muy contenta, pero si tuviera que elegir preferiría encontrar un trabajo". Un empleado de banca, que ya ganó 14 millones en el sorteo de Navidad, ha conseguido ahora "un buen pellizco", pero prefirió no revelar la cantidad exacta.
En medio del bullicio, Ramiro Ortega y Bartolomé García, dos jubilados que habían comprado dos décimos para una peña que forman con otros seis amigos, permanecían tranquilos en un rincón del bar tomándose el aperitivo. "Llevamos 500 pesetas cada uno", dijeron, "pero lo más agradable es ver la alegría de la gente".
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