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El lugar donde se produjo el atentado neofascista del domingo ya se conoce en Italia como el 'túnel maldito del infierno'

Juan Arias

Se llamaba el túnel de la muerte y ahora ha sido rebautizado como el túnel maldito del infierno. Tiene 19 kilómetros, es el más largo de Europa y ha sido elegido reiteradamente por las fuerzas de la extrema derecha fascista para llevar a cabo sus horribles matanzas. El último balance oficial del atentado perpetrado en la noche del domingo entre Florencia y Bolonia es de 15 muertos y 116 heridos. Muchos de estos últimos se encuentran bajo vigilancia intensiva porque su estado es desesperado y existen pocas esperanzas de que salven la vida. Es seguro que algunos de ellos quedarán gravemente mutilados para toda la vida.

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Ayer no existían ya dudas de que la causa de la tragedia ha sido una bomba de relojería. Pudo colocarla en una maleta un anónimo terrorista en la estación de Florencia y sólo debido al retraso de apenas un minuto en el tren que circulaba por el túnel en dirección contraria la matanza no resultó aún mucho más horrible. Todo estaba calculado para que la bomba estallase cuando el rápido Nápoles-Milán estuviese en el centro del túnel, en el momento en que tenía que haberse cruzado con el otro tren. Si así hubiese ocurrido, afirman los expertos, se habría producido inevitablemente una impresionante hoguera dentro del largo túnel en la que habrían perdido la vida, con toda certeza, no menos de 700 personas.La bomba fue colocada, además, en un vagón de segunda clase, el más lleno, que transportaba familias enteras de humildes trabajadores del sur que iban a pasar las Navidades en Milán con el padre emigrado. Mucho niños de todas las edades figuran entre las víctimas. Los dos primeros cadáveres identificados fueron, en efecto, los de una madre de 33 años, Ángela Cavanese, de la provincia de Nápoles, y de su pequeño Giovanni, de 4 años, a la que estaba abrazada.

La policía antiterrorista de Bolonia difundió ayer un retrato-robot del principal sospechoso del atentado que fue descrito por numerosos viajeros del tren como un hombre de unos 27 años que bajó en la estación de Florencia -última parada antes del túnel de la muerte- con una bolsa deportiva vacía.

La movilización fue impresionante el lunes en todo el país, que se echó prácticamente a la calle para demostrar que ningún terrorismo de ningún signo "logrará ponernos de rodillas ni alejamos de nuestros ideales de paz y de democracia", como dijo en la manifestación de Roma el hermano del difunto máximo dirigente comunista Enrico Berlinguer, Giovanni, miembro también él del PCI, médico y sociólogo.

Las manifestaciones, organizadas por sindicatos, partidos y numerosas asociaciones, se celebraron en las principales ciudades del país: Milán, Bolonia, Turín, Brescia, Venecia, Padua, Roma, Nápoles, Regio Calabria y muchas otras. En muchas regiones se ha proclamado una huelga general de dos horas.

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El presidente de la República, Sandro Pertini, llegó a Bolonia a primeras horas de la mañana del lunes desde el lugar donde pasaba las vacaciones. "No me hagan hablar, porque tengo el alma demasiado llena de desesperación y de indignación", dijo nada más presentarse en la mencionada ciudad. Las dos Cámaras del Parlamento, que oficialmente se encontraba en periodo de vacaciones, han vuelto a abrir sus puertas y diputados y senadores han sido convocados para un debate sobre el atentado que tendrá lugar el día 27, primero en el Senado y después en la Cámara baja. Será el presidente del Gobierno, el socialista Bettino Craxi, quien informe sobre el atentado.

Los jueces de Bolonia afirman que no hay duda sobre el sello neofascista del atentado. Hubo en la noche del domingo una presunta reivindicación de las Brigadas Rojas, pero fue inmediatamente desmentida por dicha organización de extrema izquierda. Otra reivindicación difundida el lunes por un extraño grupo autodenominado de guerriIleros islámicos, ha sido también claramente desacreditada por la policía italiana.

Los funerales de las víctimas se desarrollarán mañana en Bolonia, con la máxima solemnidad y ante la presencia de las primeras autoridades del Estado y del Gobierno italiano.

La indignación del país pocas veces ha sido tan fuerte, porque la opinión pública considera que si ya todo atentado es un crimen, el perpetrarlo un la víspera de días tan significativos como los de Navidad es doblemente espantoso y feroz. La frase del cardenal arzobispo de Bolonia, "en estos casos uno llega hasta a avergonzarse de ser hombre, pensando que otro hombre ha podido llegar a este extremo", ha sido ayer tan repetida hasta la saciedad, tanto por la opinión pública como por las autoridades de este país.

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