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LOTERÍA

La lluvia de dinero cayó sobre los campos de zanahoria y remolacha del agro vallisoletano

Remondo, una población segoviana de 400 almas, tendrá a principios de 1985 un flamante parque de tractores. En los próximos meses también es posible que allí se celebre alguna que otra boda. Y ello gracias a los 250 millones de pesetas que la fortuna descargó ayer sobre un montón de cultivadores de remolacha, zanahorias y patatas. En los campos, con las piernas hundidas en el barro, posaron para las fotos que inmortalizarán el día más largo y más feliz de Remondo, el día en que a sus vecinos les tocó el gordo.

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Fue desde Íscar, distante unos 40 kilómetros de Valladolid, de donde se extendió la millonada. José Antonio Alonso, director de la sucursal de la Caja Rural de dicha localidad vallisoletana, se trajo desde la sede central de la entidad en la capital de la provincia 250.000 pesetas del número 50.076 y comenzó a repartir participaciones, la más pequeña de 200 pesetas. Un buen paquete fue al bar Jamaica. Tomás Cavieres, más conocido como Guindilla, propietario del local, hizo con ello su fortuna y la de muchos de sus clientes.A primeras horas de la tarde, en el Jamaica sólo quedaban, al borde del derrumbe, los que se autodenominaban desgraciados, los que no habían comprado ni una peseta, como el empleado del bar, Pedro Pablo Velasco, al que habían dejado allí, solo tras el mostrador. Los llamados agraciados, tras convidar a muchas copas a los infortunados y trasegar ellos mismos no pocas, estaban más bien en sus casas, intentando reponerse de la emoción.

A pocos pasos del Jamaica, en el restaurante Mamique, hacia las cuatro de la tarde, la propietaria María Concepción García, Concha, atendía varias mesas, ocupadas todas por empleados de la Caja Rural y de las otras 10 entidades bancarias de Íscar. Los comensales tenían las corbatas aflojadas y los ojos enrojecidos. Habían estado trabajando a tope desde que a las doce menos cuarto los niños de San Ildefonso cantaron el 50.076. Era el premio gordo. Con las 11 oficinas bancarias de Íscar cerradas de inmediato, los empleados se lanzaron a las calles del pueblo en busca de afortunados. Lo curioso es que algunos de los bancarios también habían mojado, como Antonio Jimeno, el director de la oficina del Barclay's, que se llevó 10 millones y presidía la comida en el Mamique, bien regada de champaña, de los bienavenidos bancarios.

Una Leica americana

En el restaurante estaba también el alcalde de Íscar, el aliancista Luis Martínez Cabrero. El primer edil estaba en el campo de los desgraciados, no había comprado ni un duro del número premiado y se dedicaba a dar palmaditas a los agraciados. Íscar es una destartalada localidad de unos 6.000 habitantes, dominada por el castillo medieval en ruinas que se alza en lo alto de una montaña y cuya vega es regada por el río Pirón.

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Es un pueblo industrial, con unas 30 empresas de carpintería que fabrican puertas y ventanas de madera y que dan trabajo a unas 600 personas. La localidad, cuenta el alcalde, propietario él mismo de una carpintería, no ha sentido en demasía los zarpazos de la crisis, pese a lo cual, cómo no, los millones repartidos ayer entre sus vecinos le vienen de perilla.

Uno de los nuevos millonarios de Íscar es el popular Fermín Esteban Álvarez, de 48 años, soltero, que ayer ganó 20 millones de pesetas con las participaciones que compró en la sucursal de la Caja Rural. Fermín es el fotógrafo más conocido de la localidad y lo primero que va a hacer con el dinero es comprarse una cámara marca Leica con todo el juego de objetivos. "Es la mejor cámara del mundo; como que es norteamericana". Y aunque la Leica sea más bien alemana, quién se atrevía ayer a desdecir a Fermín. El fotógrafo cobra una pensioncilla desde que regresó de la República Federal de Alemania, donde estuvo trabajando un quinquenio en una fundición. De allí regresó "hecho una criba, con la circulación, los pulmones y la columna para tirar a la basura". Espera que ahora, con los 20 kilos, "pueda ponerme un poco nuevo". Una vecina comentaba con sorna que "Fermín es tan feo que asusta al miedo, pero ahora se le podría hacer un favor".

Junto a Fermín, un tanto alterada por los nervios, estaba Francisca Sangrador, rodeada de amigas a las que le había tocado sólo dos o cuatro millones. A Francisca, con 10 hijos y un marido jubilado, le correspondieron ocho millones y, mientras musitaba que con el dinero habría que arreglar un poco la casa, uno de sus hijos pedía a gritos un vídeo.

Millonario busca novia

Los dos bares de Remondo, el de Críspulo y el de Serafín, fueron ayer escenario de la mayor fiesta que la localidad, situada en el límite de las provincias de Valladolid y Segovia, haya vivido jamás.

Agustín Muñoz, agricultor de 40 años, propietario de un terreno de remolachas de doce hectáreas, tiene un tractor que no ha acabado de pagar, pero ayer le sorprendió gratamente la noticia de que había ganado 10 millones de pesetas "Lo que pasa es que aquí en el campo 10 millones es poco dinero.

Un buen tractor te puede costar casi cinco". Agustín es de Remondo, está casado, tiene dos hijos y siempre se ha dedicado a la agricultura. Emocionado y excitado por los efectos del gordo y el mucho trasegar champaña, vino y solysombra, posaba para el fotógrafo ufano ante su viejo tractor. "Las mejores remolachas del pueblo". De vez en cuando se reía y agitaba la mano derecha. "Esto sí que es gordo, esto sí que es gordo".

Tiene Remondo 400 vecinos, médico y maestro, pero no cartero ni recogedor de basura, y su principal problema, y eso el gordo no lo remedia, es que para encontrar agua hay que perforar 200 metros bajo tierra. En Remondo, como en Íscar, la pregunta entre los vecinos era siempre la misma. "¿Te ha tocado?". La respuesta, casi siempre, era afirmativa y dos millones, la cantidad mínima. Lo decía Agustín Muñoz: "Diez veces que volvieras a nacer, y no te pasa esto".

Antonio García Ramos, de 65 años, recibió la noticia de que le habían correspondido cuatro millones de pesetas al terminar su faena en el campo y acudir al bar Serafin a tomar una copa antes del anochecer. García Ramos dice tener unas 40 ó 50 obrás de tierra, esto es, entre 10 y 11 hectáreas. Con su boina negra y sus katiuskas representa el modelo de campesino de esta localidad, donde no hay grandes propietarios y donde, desde ayer, cruzarse con nuevos millonarios es ya lo habitual.

La tarde terminaba en Remondo con una divertida romería hacia los campos de remolacha para posar todos los agraciadas sobre el tractor de Sevandino Alonso. Luis Mateo, uno de los del grupo tenía interés en salir en los periódicos porque es soltero, tiene 39 años y se quiere casar. "Me he llevado dos millones, pero diga que son más, para ver si alguna pica".

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