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Escribir en España, una vocación de pobres

El creador tiene que sobrevivir con trabajos paralelos, que pueden ser también garantía de independencia

Tan sólo una media docena mal contada de escritores puede vivir en España del dinero que les produce su obra creadora, según impresiones de diversos profesionales, más reacios a informar sobre sus propios ingresos cuanto más presumiblemente ricos. Tanto el poeta Félix Grande como el novelista Manuel Vázquez Montalbán -que podría vivir "como un ejecutivo de quinta", según dice, con sólo sus derechos de autor- coinciden en que escribir aún hoy en España es una vocación a la que sólo pocos pueden dedicar su tiempo sin por ello pasar las, estrecheces que para los románticos eran fuente de inspiración.

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Una tradición

Casi ninguno de los consultados se extrañó de la situación de Rosa Chacel, novelista reconocida, a la que el Ministerio de Cultura ha dado una ayuda de dos millones de pesetas, mientras se procura encontrar un trabajo en España para su hijo, arquitecto residente en Brasil; sin embargo, las opiniones sobre este hecho variaron.Salvo excepciones, la casi totalidad de los escritores españoles tienen un trabajo que les permite vivir, o lo han tenido hasta muy avanzada su carrera. El dramaturgo Francisco Nieva, por ejemplo, es profesor en la Escuela de Arte Dramático y director de escena, y el poeta Félix Grande trabaja desde hace 23 años en el Instituto de Cooperación Iberoamericana (ICI), donde dirige la revista Cuadernos Hispanoamericanos. Gloria Fuertes, escritora de poemas y cuentos infantiles, asegura vivir de sus derechos de autor desde hace 10 años. No tiene coche -dice-, aunque reconoce que podría tener "uno pequeñito".

El segundo trabajo puede ser visto como una garantía de independencia. En una reciente entrevista en The Review of Contemporary Fiction (Revista de ficción contemporánea) , Juan Goytisolo señalaba, como eventual consejo a un joven escritor, el que no intentara vivir de la literatura y se buscara, justamente, un trabajo paralelo. A esas razones económicas atribuía la oleada de escritos, "monstruosamente irresponsable y repetitiva", que inunda el mercado editorial.

El honor de publicar

Una actitud matizada es la del poeta Félix Grande -autor también de ensayos y relatos-: "Yo no gano dinero con la literatura. Pero ésa es una elección. Podría ganar dinero con artículos, pero el tiempo necesario prefiero dedicarlo a la literatura". Grande está de acuerdo en que el poeta es, de los escritores, el más "pobre"; pero estima que "es más justo que sea así, pues la relación entre el artista y el dinero abundante es muy peligrosa".Félix Grande no se queja de sus propias reglas: "La creación de un poema es tal regalo que, al lado, el dinero es una trivialidad".

"El que no sea rico por parte de padre va de ala", dice Gloria Fuertes, poetisa de lenguaje tan transparente que su obra está destinada a los niños. De su libro La oca loca, ingenioso procedimiento para enseñar a dibujar, se han vendido decenas de miles de ejemplares. Ésa es la crítica que la escritora reivindica.

Pero las grandes tiradas son en España una excepción. En un país que no lee -el 63,6% de los españoles no lee prácticamente nunca, según una encuesta de 1981-, aunque figure entre los primeros de los que publican más títulos (cerca de 27.000 ese mismo año), la tirada media de una novela oscila en torno a los 5.000 ejemplares. Y no existe un control oficial para conocer las cifras de venta de los libros, al contrario de lo que sucede, por ejemplo, con el teatro o el cine, donde existe un control de taquilla llevado a cabo por la Sociedad General de Autores. Ello produce situaciones como la de la novelista Lourdes Ortiz, que recibió de esta sociedad 15.000 pesetas por haber dirigido un par de representaciones teatrales marginales y que, sin embargo, ha ganado "poquísirno" por sus libros: desde 3.000 pesetas por un ensayo sobre comunicación alas 100.000 que recibió como "adelanto" por una de sus novelas más elogiadas por la crítica.

Crueldades y mecenazgos

En ocasiones, el editor compra los derechos de autor de una novela. Ello puede considerarse una crueldad del sistema de libre mercado o un mecenazgo, según el resultado de la novela. El escritor Ramón Hernández, por ejemplo, no recibió ni una peseta por la primera de las 11 novelas que ha escrito desde 1967, pero está profundamente agradecido a la editorial Prometeo por haberle dado la oportunidad de publicar. Según este escritor, que se ha preocupado por sus colegas desde la Asociación Profesional de Escritores, un autor de categoría puede trabajar durante dos años para crear una obra de unas 350 páginas y recibir un total de 50.000 pesetas. De ello se deduce, para Hernández, que el de escritor es uno de los trabajos, y no sólo profesionales, peor pagados que se conocen.La agente literaria Carmen Balcells, representante de García Márquez y de Rosa Chacel entre otros creadores, se niega a considerar a los escritores como un gremio. Para ella, el escritor es un individuo que sabe, o debe saber, a qué se arriesga cuando escribe.

La beca al consagrado

Pese a ello, Carmen Balcells se felicitó por la ayuda a Rosa Chacel, esa suerte de "beca al escritor consagrado", como la llamó, pues cada uno se defiende como puede". "Es un mundo muy complejo", concluyó. La ayuda a Rosa Chacel fue el asunto que suscitó opiniones más diversas. Félix Grande consideró que ha sido una solución correcta para alguien que lo necesitaba. Para Vázquez Montalbán es apenas natural que, "si hay dinero para conservar piedras, más lógico es conservar patrimonios personales", como lo sería Rosa Chacel. A Francisco Nieva le pareció poco. "No nos hemos portado muy bien con la gente del exilio", comentó, y recordó el caso de José Bergamín, que tuvo hasta el final apuros económicos.Los escritores se dividen ante el futuro. Ramón Hernández, que reconoce que el escritor está desprotegido en todo el mundo, aspira a que en España se libere de la servidumbre de los mecenazgos, premios y demás, lo que supone un aumento de los hábitos de lectura, pero también medidas como la creación de un "contrato tipo", con condiciones mínimas obligatorias para la edición, o la aplicación del "canon de bibliotecas", existente en Suecia, donde se paga al escritor cierta cantidad cada vez que lo leen en una biblioteca pública. Claro que para ello hace falta que existan bibliotecas públicas que compren libros y que la gente acuda a ellas. Según datos de 1981, en España sólo acude a las biblioiecas públicas el 2% de la población.

El poeta Félix Grande tiene un sutil proyecto individual: "Creo que no debo aspirar a vivir bien de la literatura", dice. "Aspiro a reunir el suficiente coraje para vivir pobremente de la literatura".

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