El dirigente árabe y Kreisky discutieron el futuro de tres soldados israelies presos
Los tres soldados israelíes, cuyo intercambio por prisioneros palestinos fue discutido el miércoles entre el ex canciller austriaco Bruno Kreisky y el líder de la revolución libia, coronel Muammar el Gaddafi, fueron apresados en Líbano en 1982, pero hasta mediados de este año no se filtraron las primeras noticias sobre su situación.El soldado Hezi Schai cayó en manos del Frente Popular de Liberación de Palestina-Mando General (FPLP-MG), un grupúsculo palestino pro libio, en junio de 1981, en la llanura libanesa de la Bekaa mientras sus dos compañeros, Yosef Grof y Nissim Salem, corrieron la misma suerte en septiembre de ese mismo año.
Detenidos primero en Líbano, los tres fueron posteriormente trasladados a Siria.
Los embajadores de Austria en Atenas Damasco, Herbert Amry y Herbert Grubmayr, encargados por Kreisky del seguimiento del asunto, les encontraron, cuando les visitaron dos años después de su apresamiento, en buen estado de salud" y así se lo comunicaron a sus familias, a las que entregaron cartas y fotografías.
La mediación austriaca consiguió también que la facción extremista palestina capitaneada por Ahmed Jibril autorizase desde entonces visitas regulares de la Cruz Roja Internacional a los prisioneros que fueron incluso presentados a la Prensa en la capital siria.
Unánimemente elogiada en Israel, la actuación de Kreisky y su embajador fue especialmente agradecida por la familia del primer preso israelí, Hezi Schai, que al carecer de noticias sobre él lo daban por muerto cuando Herbert Amry le comunicó en julio pasado que "su fuerte personalidad no ha sido mermada por los dos años de encarcelamiento".
De los tres cautivos sólo Schai ha podido conceder una entrevista a la Prensa -a la revista libanesa Ach Chiraa- en la que declaraba, a principios de mes, que "era bien tratado, bien alimentado y veía todas las noches una nueva película en un vídeo". "Nunca esperé", proseguía, "que un prisionero de guerra pudiese vivir así".
Tras afirmar que "odiaba el ejército, el uniforme militar, la guerra y la política" y reconocer que "los palestinos deben poder regresar a sus hogares" el soldado, de 30 años de edad, pidió a su familia que le enviase una cinta de vídeo para poder ver a su hija de dos años de edad, nacida poco después de su apresamiento.
Dirigiéndose al Gobierno de Tel Aviv, Schai dijo: "Sostenéis que tenéis derecho a enviarnos a la guerra y yo os digo ahora que tengo, en cambio, derecho a no ser ignorado por vosotros y a que me devolváis a mi esposa y a mi hija".
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