La decisión del 'lendakari'
Escribimos este artículo horas antes de que comience la Asamblea de Artea y cuando ya circulan rumores contradictorios por los ambientes políticos. El análisis que se hace: en este comentario no pierde vigencia, cualquiera que sea la decisión de Carlos Garaikoetxea.La única decisión del lendakari es la del acatamiento del arbitraje. No seríamos sinceros si dijéramos otra cosa. La alternativa, la dimisión, no encaja ni con los datos del problema, que no la precisan, ni con la voluntad de los interesados, y éstos somos, por lo menos, todos los que apoyamos y votamos su candidatura.
Admitir un arbitraje, incluido ya en los acuerdos de Zarauz, supone la aceptación de sus resoluciones. El arbitraje fue impuesto al EBB democráticamente por las bases del partido movilizadas, legítima y seriamente, para zanjar el caso. Una aceptación condicionada al contenido de la resolución no es seria ni digna. Porque ningún arbitraje puede ser una manera sutil de salirnos con la nuestra. Implica, por el contrario, poder perder. Y saber perder es, en caso de que se crea perdida, la única actitud digna, capaz de dignificar más que cualquier victoria.
En este sentido, es objetivamente desfavorable una prórroga de la respuesta como la producida; máxime cuando a la vez se interpone una serie de movidas que, por lo menos, no responden a la resolución de los que legítimamente decidieron el arbitraje. La Asamblea Nacional quiso zanjar la cuestión, y ésta debe darse por zanjada. Quien quiera que, con el motivo que sea, pretenda movilizar parte de las bases del partido, que ya se manifestaron con claridad y seriedad la semana pasada, está dividiendo, de hecho, el propio partido. Ha sido el lendakari quien, reciente y solemnemente, profesó su voluntad de no dividir el partido y solicitó a los militantes lo mismo. Es ocasión de que el lendakari lo recuerde y repita hoy a quienes, de hecho, practican lo contrario.
Remover a cada paso los ánimos y las fibras emocionales, poniendo en tela de juicio lo decidido la víspera, no es ni legítimo ni serio; es un truco demasiado conocido que desprestigia y deja en ridículo a quien lo promueve o se aprovecha de él.
Ni siquiera debiera ser posible: la firmeza de una decisión tomada con todas las de la ley no se puede revocar al día siguiente, por la misma naturaleza de toda decisión. Y porque tampoco la nueva decisión tendría por qué ser definitiva, convirtiendo el juego en la historia interminable. Una decisión de la Asamblea Nacional en algo tan concreto tiene que ser firme.
Los cargos representativos son para algo. Dentro del plazo de sumisión, que en el PNV no es demasiado largo, no se puede apelar constantemente a las bases. Pues bien, el Bizkai Buru Batzar ha sido renovado hace menos de seis meses. Y el Araba Buru Batzar, menos aún. Las bases les acaban de confiar una misión, y su deber es ejercitarla. El Gipuzko Buru Batzar acaba en breve el plazo. Será el momento de elegir el nuevo, de acuerdo a la voluntad mayoritaria. Todo menoscabo del EBB es echar piedras contra el propio tejado.
19 de diciembre
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