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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Un 'lendakari' modernizador

LA EVENTUAL dimisión de Carlos Garaikoetxea como presidente del Gobierno vasco culmina la crisis del Partido Nacionalista Vasco (PNV), iniciada con los enfrentamientos de Xabier Arzallus con el lendakari y agravada por el conflicto entre la instituciones autonómicas y las diputaciones a propósito de la ley de Territorios Históricos, que regula la distribución del poder en la comunidad autónoma. La asamblea del PNV celebrada el pasado fin de semana zanjó definitivamente el litigio, en un sentido favorable a las reivindicaciones de las diputaciones. La asamblea encomendó la instrumentación de esta decisión al Consejo Nacional del PNV (Euskadi Buru Batzar), que ha resuelto imponer su disciplina a todos los militantes del partido, incluidos los que ocupen cargos electivos.De esta forma, la voluntad de los electores vascos que votaron en los últimos comicios autonómicos unas listas del PNV encabezadas por Garaikoetxea quedaría parcialmente burlada por la resolución de una asamblea partidista. No se puede olvidar que Garaikoetxea aceptó la candidatura a lendakari bajo la doble condición de quedar liberado durante su mandato de la obediencia partidista y de que la ley de Territorios Históricos fuera aplicada de acuerdo con la interpretación del Gobierno de Vitoria.

La Constitución consagra el papel esencial de los partidos en la conformación del sistema parlamentario, pero la confianza otorgada por los ciudadanos a las listas que concurren a las elecciones no es ajena a los candidatos que encabezan las candidaturas. Baste con recordar las especiales condiciones, de gran repercusión popular, en que se produjo la aceptación por Garaikoetxea de, su designación como lendakari para confirmar hasta qué punto los 450.000 ciudadanos vascos que dieron su apoyo al PNV el 26 de febrero pasado votaban una opción - que expresamente incluía la propuesta de un candidato concreto a la presidencia del Gobierno vasco.No cabe descartar la influencia de los agravios y conflictos personales en las actitudes adoptadas por los grandes protagonistas en este conflicto. Sin embargo, las claves de la crisis no se pueden reducir a interpretaciones psicologistas o de lucha por el.poder, sino que exigen un análisis de ese laberinto vasco -expresión con la que Julio Caro Baroja ha titulado uno de sus últimos libros- en el que se ha desarrollado. La disputa en torno a los problemas hacendísticos y de competencias entre la diputaciones y el Gobierno autónomo no puede prescindir del hondo arraigo de las provincias -por comparación, por ejemplo, con Cataluña- en el País Vasco. Frente al bizcaitarrismo de Arana, que parecía entender Euskadi como una laxa confederación de las provincias euskaldunas, Garaikoetexea encarna un esfuerzo modernizador del sentimiento nacionalista, que apuesta por la fuerza de las instituciones autonómicas frente a la dilución del poder en las provinciales.

La cuestión de las alianzas con las restantes fuerzas del arco parlamentario español podría estar implicada, también en la crisis. Las propuestas de Garaikoetxea -respaldadas por la ejecutiva del PNV- para negociar un acuerdo de legislatura con los socialistas, fórmula que permitiría desbloquear el actual empate de votos en el Parlamento vasco, llevan implícita la aceptación de que la vía estatutaria es el único cauce de consolidación y desarrollo de la autonomía vasca. No deja de ser alarmante que algunos sectores influyentes de la dirección del PNV asocien sus eventuales pactos con la derecha española con la legitimación de la auto . nomía en los derechos históricos de los territorios forales, aludidos en la disposición adicional primera de la Constitución. Llevando esa premisa hasta sus últimas consecuencias, resultaría que Coalición Popular estaría dispuesta a apadrinar al ala del nacionalismo vasco cuyos planteamientos doctrinales ponen en duda que la Constitución sea el marco supremo de la convivencia estatal y que subordinan la soberanía popular encarnada en las Cortes Generales a unos imprecisos derechos históricos anteriores a la transformación del País Vasco en una sociedad industrial y moderna. Pero las paradojas no,concluyen con ese respaldo que la derecha autoritaria española proporciona al arcaicoforalismo. Un significativo sector de los nacionalistas que han defenestrado a Garaikoetxea se muestra contrario a la vigorización de las instituciones comunes del País Vasco y ha promovido un reforzamiento de las diputaciones de las tres provincias.

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Quedan por conocer los efectos a corto y medio plazo de la eventual dimisión de Garaikoetxea sobre la unidad y la estabilidad del PNV. Un peculiar sistema electoral otorga a cada provincia idéntica representación, con independencia del censo de electores y de afiliados, en el Parlamento de Vitoria y en los órganos de dirección del PNV. Aunque el PNV sea numéricamente mucho más poderosci en Vizcaya que en Guipúzcoa y en Alava, las tres provincias se hallan igualadas a la hora de tomar decisiones. Si el conflicto dentro del PNV alcanza grados superiores de exasperación, pudiera ocurrir que las contradicciones entre los nacionalistas vizcaínos, de un lado, y buena parte de los nacionalistas guipuzcoanos, alaveses y navarros quedaran fuera de todo control previsible.

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