La guerrilla de El Salvador deja en evidencia a Duarte y anuncia una tregua
La guerrilla salvadoreña ha anunciado una tregua unilateral durante las próximas fiestas de Navidad y Año Nuevo al mismo tiempo que liberaba a 42 soldados que cayeron prisioneros a comienzos de diciembre. Los rebeldes desmienten así por la vía de los hechos al Gobierno de José Napoleón Duarte, que, tras la reunión entre las facciones enfrentadas celebrada en Ayagualo el pasado mes, acusó a los insurgentea de oponerse a un cese de hostilidades en el período navideño y a toda medida tendente a humanizar la guerra.El alto el fuego se mantendrá del 24 al 26 de diciembre y del 31 de diciembre al 2 de enero. Durante esos seis días, las fuerzas del Frente Farabundo Martín para la Liberación Nacional (FMLN) "suspenderán toda acción militar ofensiva" para que los soldados del Ejército puedan reunirse con sus familiares y amigos y "para que el pueblo pueda disfrutar de estas fiestas".
El comunicado conjunto de la comandancia general del FMLN y del comité ejecutivo del Frente Democrático Revolucionario (FDR) asegura que los soldados podrán visitar a sus familias, incluso en las zonas de disputa, sin ser molestados por los insurgentes.
Esta decisión es independiente de los acuerdos suscritos en Ayagualo, que garantizan la libre movilidad de los civiles por todo el territorio nacional entre el 22 de diciembre y el 3 de enero. La guerrilla ha prometido respetar escrupulosamente este convenio.
Guillermo Ungo, presidente del FDR, declaró desde Panamá que la tregua es un gesto de buena voluntad y que bajo ningún concepto podrán ampliarse sus plazos. Ya al término de la reunión de Ayagualo los representantes de la izquierda dejaron entender que la guerrilla podría declarar un cese unilateral de hostilidades, aunque se negaba a aceptar las condiciones desiguales que el Gobierno trataba de imponer para una tregua.
Lo mismo cabe decir de la liberación de los 42 soldados que fueron entregados el martes a una comisión de la Cruz Roja Internacional en presencia del arzobispo Arturo Rivera y del obispo auxiliar de la capital, Gregorio Rosa. Se trata, una vez más, de una decisión adoptada unilateralmente por las fuerzas insurgentes. Hechos como este, declaró el arzobispo a través de una emisora rebelde, constituyen un paso importante hacia la humanización del conflicto y fortalecen el diálogo emprendido en La Palma el 15 de octubre.
La liberación de los soldados le supone al Gobierno, según palabras de Rivera, la obligación de cuidar el trato que da a los presos políticos y a los prisioneros de guerra. Ante este gesto, el Gobierno de Duarte tendrá que considerar medidas similares, que pueden ir hasta un decreto de amnistía.
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