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El proyecto de reforma fiscal de la Administración Reagan reduce el consumo en Estados Unidos

Mientras los estrategas económicos de la Administración Reagan lanzan proyectos para reducir el importante déficit del presupuesto público, que roza los 200.000 millones de dólares, los consumidores norteamericanos contraen sus gastos ante el temor de que 1985 sea un año fiscal con mayor presión para el contribuyente. Cerca de 19 millones de familias norteamericanas de la clase media-alta verán incrementados de forma significativa sus impuestos durante 1985.

Por el momento, el presidente Ronald Reagan no quiere mermar la popularidad cosechada con su triunfal reelección del pasado 7 de noviembre, evitando pronunciarse sobre la revolucionaria propuesta de reforma fiscal presentada hace dos semanas por el secretario norteamericano del Tesoro, Donald Regan.A ejemplo de cualquier administración casera -pero con la diferencia de que se manejan miles de millones de dólares- la segunda Administración Reagan debe intentar adaptar sus gastos de acuerdo con sus ingresos, a riesgo de acabar en la bancarrota durante el período de 1981 a 1984, la estrategia económica de Reagan fue la de intentar equilibrar el gasto público con serias reducciones y recortes en todas las partidas del presupuesto. Los programas sociales fueron los más afectados, aunque la gran mayoría de la población estadounidense vio compensado los recortes por una reducción definitiva del 25% de los impuestos en un período de tres años.

El disparo de los gastos de defensa en la primera Admistración Reagan fueron la principal causa del aumento de los números rojos en las cuentas del gasto público estadounidense. Y para corregirlo, a Ronald Reagan no le queda otra alternativa que la de disminuir los dólares destinados al armamento -se habla de rebajas de hasta 8.000 millones de dólares para el próximo presupuesto fiscal de 1985- y afrontar la impopular medida de subir los impuestos, aun cuando sea a través de camuflajes como los de una reforma simplificada de la declaración fiscal.

Por el momento, el globo sonda de lo que será la mayor batalla en el congreso de 1985, ha sido lanzada por el secretario del Tesoro, Regan, originando las primeras quejas de los empresarios. Éstos temen que el anuncio de mayor presión fiscal incida en las ventas navideñas, sobre todo en productos de cierto precio. Por otra parte, los empresarios se sienten también los primeros afectados, ya que la eventual reforma fiscal supondría serias limitaciones para las reducciones impositivas que, en concepto de gastos generales o de representación, realizan actualmente las firmas estadounidenses y la mayoría de profesiones liberales.

De los 16 tipos de presión fiscal que actualmente existen en EE UU -que van del 11 % al 50%- se pretende reducirlos a sólo tres -15% 25% y 35%- lo que, aparentemente, supone una reducción para la mayoría de empresas cuyas cargas fiscales rozan casi siempre el 50%. Sin embargo, las empresas no podrían hacer las reducciones de impuestos que tienen en la actualidad por diversos conceptos, y es ahí donde el tesoro espera que podría recaudar entre 10.000 y 20.000 millones de dólares suplementarios de impuestos.

A nivel de impuestos personales, las familias norteamericanas pagarían algo menos de impuestos en aquellas capas con menores ingresos (lo que beneficiaría a unos 51 millones de familias), mientras que la clase media (unos 20 millones de hogares) pagarían prácticamente los mismos y la clase media-alta (otros 19 millones de familias) verían hincharse su presión fiscal.

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