Un congreso con tres frentes
La política económica, la permanencia en la OTAN y el reparto de poder interno en el partido, principales polémicas de los socialistas
, Los intentos de quienes, en el argot interno del partido, se llaman barones regionales, o también califas, por aumentar sus cuotas de representatividad y poder en los órganos centrales del partido, frente a los deseos de la dirección federal, representada en este caso por Alfonso Guerra, constituyen la novedad interna más notable en el PSOE cuando el partido que hoy gobierna en España se dispone a afrontar su 30º congreso. Lejos de las unanimidades que caracterizaron la vigésimo novena edición, en 1981, este congreso conocerá también la irritación de UGT por la política económica que sigue el Gobierno, con la aquiescencia de la ejecutiva y la batalla interna en torno a la permanencia o no de España en la OTAN."Esta ejecutiva presenta la mejor gestión posible: el triunfo en las elecciones de 1982", señalaba esta semana uno de los principales miembros de la dirección federal del PSOE. Pero la misma fuente admitía que el partido, pacificado para la tarea preelectoral a raíz del 30º congreso, ha mostrado una notable falta de adaptación a las que debieran ser sus funciones tras la victoria en las últimas legislativas. La conferencia de organización, celebrada a finales del invierno de 1983 , tan sólo sirvió para dar cauce, como corriente organizada, a los críticos de Izquierda Socialista.
Los críticos apenas han alcanzado un 14% del total de 769 delegados que asistirán el próximo jueves al comienzo del 3(Y congreso, y sus enmiendas a las ponencias, incluida la que postula el abandono de la OTAN y una política de neutralidad para España, cuentan con escasas posibilidades de acogida. Otros aspectos de la conferencia de organización, como la campaña para la extensión de la militancia y la captación de simpatizantes o adherentes, no parecen haber tenido ningún éxito resonante. La permanencia o no en el cargo de la responsable del área organizativa en la ejecutiva federal, Carmen García Bloise, se perfila hoy como una de las grandes cuestiones a dilucidar en los pasillos del Palacio de Exposiciones y Congresos a partir del próximo jueves y hasta el domingo.
Porque, a cuatro días del comienzo del congreso federal socialista, persisten grandes incógnitas respecto a la composición probable de la nueva dirección del partido en el poder. El caso de Carmen García Bloise, una de las personas que, desde París, más apoyó la renovación del PSOE entre los años 1970 y 1974, resulta especialmente sintomático; su participación en algunas maniobras ensayadas por el califa José Rodríguez de la Borbolla, secretario general de la poderosa federación andaluza, le ha valido. serios encontronazos con Guillermo Galeote, hombre muy próximo a Alfonso Guerra y que ha actuado, de hecho, como el número tres del partido hasta ahora.
Altas y bajas
Rodríguez de la Borbolla dio un paso más en su progresivo distanciamiento de Guerra al lograr que la federación malagueña no incluyese en su lista de delegados al 30 congreso a Carlos Sanjuán, ex subsecretario del Interior y tradicionalmente muy ligado a las posiciones del vicesecretario general del partido. Para nadie era un secreto que Guerra había pensado en situar a Sanjuán en algún puesto importante de la ejecutiva, tal vez en la secretaría de Organización. Pronto se supo que, desde el cuartel general de la calle de Ferraz, Carmen García había hecho causa común con el veto del presidente de la Junta andaluza contra Sanjuán, quien, en cualquier caso, no ha perdido del todo sus esperanzas de verse en la dirección del partido.
El segundo de los grandes barones regionales, el valenciano Joan Lerma, que encabeza una delegación unida de 113 personas -los 169 delegados de la federación andaluza, por el contrario, concurrirán divididos al congreso-, llegará a Madrid dispuesto a permanecer personalmente en la ejecutiva cualesquiera que sean las presiones que ello cueste. Lerma, a quien se considera uno de los inspiradores del fallido intento de formación de un eje de presión Andalucía Valencia-Madrid, apoyó la en mienda al artículo 37 de los estatutos; mediante ésta se intenta suavizar el régimen de incompatibilidades previsto para los miembros de la próxima directiva, haciendo que sea posible, por ejemplo, que un alto cargo de la Administración mantenga una vocalía -no una secretaría- en la ejecutiva del partido.
Fuentes de la ejecutiva llegarona afirmar que el apoyo de una mayoría de la dirección del partido a una suavización de las incompatibilidades se habría hecho pensando más en los rumores que señalaban al ministro de Educación, José Marija Maravall, como uno de los candidatos felipistas a la permanencia en la dirección del PSOE, que en otras cuestiones tácticas o estratégicas.
Pero hoy se considera como lo más probable que tanto Maravall como Joaquín Almunia -muy tocado por las críticas de UGT a su gestión en el Departamento de Trabajo- y Javier Solana -pese a su despegue de Cultura y a su afección a unas tareas de partido en las que permanece desde hace 10 años- salgan de la ejecutiva. Lo mismo que los restantes altos cargos, excepción hecha, naturalmente, del presidente y el vicepresidente del Gobierno. Otra cosa, se afirma, supondría una casi inmediata remodelación del Ejecutivo, sustituyendo al ministro que, en su caso, permaneciese en las tareas del partido.
Junto a los altos cargos, se prevé el cese de otros cuatro o cinco miembros de la ejecutiva, entre
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quienes se cita a Ciriaco de Vicente, que desea aspirar a la secretaría general del partido en Castilla-León, sustituyendo a Demetrio Madrid en el próximo congreso regional; a Francisco López Real, un veterano militante que jugó un papel clave en el reconocimiento internacional del PSOE renovado; a Luis Fajardo, responsable hasta ahora de temas municipales, y a José Ángel Fernández Villa, único representante de Asturias. Menos probable parece la salida de la ejecutiva del responsable de Prensa, Pedro Bofil; del de finanzas, Emilio Alonso -pese a algunas críticas suscitadas por la gestión de ambos y por el elevado déficit que presenta actualmente el PSOE.
A cambio, se cita como posible la incorporación de la especialista en temas internacionales Elena Flores, que se ocupó de las tareas inicialmente encomendadas a Txiki Benegas cuando éste pasó al País Vasco; también son citados el economista guerrista. Francisco Fernández Marugán y el presidente de la Federación Socialista Madrileña, José Acosta, estrecho colaborador del tercer barón regional, Joaquín Leguina. Contra lo ocurrido con Lerma y Rodríguez de la Borbolla, Leguina ha preferido ensayar una táctica de pacto con los próximos a Guerra -llamados, en Madrid, fontaneros-, a la vista del cercano congreso regional de febrero.
La lista de todos estos nombres -y otros muchos que se han ido citando en medios socialistas a lo largo de las últimas semanas- pertenece, en todo caso, al género de las hipótesis, dado que será el propio Felipe González quien, sin interferencias, elaborará la lista final -así lo exigió el propio secretario general-, y mucho dependerá, como es habitual, de lo que ocurra entre pasillos en las primeras jornadas del 30º congreso. Sí parece claro, no obstante, que el peso del partido seguirá en las mismas manos: en las de Galeote, secretario de imagen; en las del encargado de temas sindicales, Manuel Chaves, y, desde luego, en las de Guerra y González.
Como cabeza de la delegación del País Vasco, Nicolás Redondo defenderá el "voto particular" auspiciado por él y firmado, en primer lugar, por el diputado manchego Miguel Ángel Martínez, defendiendo para el partido una política antiatlantista. También lanzará sus ataques, se espera, contra la política económica del Gobierno, algo que, sin duda, causará un serio incomodo al titular de Trabajo y miembro saliente de la ejecutiva socialista, Joaquín Almunia.
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