La supresión del peso mínimo del toro puede afectar a la autenticidad de las corridas
Aficionados y taurinos coinciden en que el peso es uno de los factores de menor relevancia en la determinación del trapío y, desde luego, en el comportamiento del toro. Pero no tanto que sea deseable, incluso admisible, la supresión total del peso mínimo, como ocurrirá en el nuevo reglamento. Esta supresión viene a ser como un cheque en blanco para los ganaderos menos escrupulosos, quienes podrían descuidar la crianza de las reses y ofrecerlas chicas o desnutridas, pretextando que son reglamentarias, con el consiguiente perjuicio para la autenticidad de la corrida.
No obstante, será preceptivo que el peso y la fecha de nacimiento del toro o novillo sean mostrados al público, para su información.Hay otras novedades en la normativa que se aprobará a principios de la próxima temporada:
Trapío. Los veterinarios comprobarán en el reconocimiento las señales de orejas, sanidad, defensas, utilidad para la lidia y todo lo que requiere el tipo zootécnico o trapío del toro. La especificación es ambigua, susceptible de interpretaciones subjetivas, con mayor motivo cuando falta la referencia objetiva del peso. El toro tendrá cuatro años cumplidos, con independencia del año ganadero en que haya nacido.
Suerte de varas. Los caballos de picar pesarán un máximo de 500 kilos. Los estribos serán "normales", no vaqueros. El peto, que no excederá de 10 kilos, será de fibra keplar (la de los chalecos antibalas) y cubrirá en su totalidad la parte de la cabalgadura expuesta a las embestidas de la res durante la suerte.
La puya, de 35 milímetros, será de acero, cónica, terminada en una cruceta también de acero, de forma cilíndrica, de 52 milímetros desde sus extremos a la base, y ocho de grosor. Las rayas concéntricas del ruedo tendrán tres metros de separación; uno más que en la actualidad. SI el toro no acudiera al caballo después de fijado por tercera vez dentro del círculo menor, se le pondrá en suerte sin tenerlo en cuenta.
Revalorización del primer tercio
Estas normas constituyen una de las reformas más importantes del reglamento.
La drástica reducción de la fuerza de picar en relación con la que venía siendo habitual durante las últimas décadas, persigue la revalorización del fundamental primer tercio, tanto en lo que se refiere al arte de picar como a la posibilidad de que el toro consiga dar la medida de su bravura. Sin embargo, los picadores protestan por esta innovación, que consideran técnicamente impracticable y muy peligrosa para su propia integridad física.
Examen de astas. Las astas serán reconocidas por los veterinarios al terminar la corrida, en presencia de la autoridad y de un representante de la empresa. No se convoca al ganadero, siguiendo el criterio, implícito en el nuevo reglamento, de que, una vez vendidas las reses, el ganadero ya no tiene ninguna responsabilidad sobre las mismas.
Las astas sospechosas de haber sido manipuladas serán precintadas, embaladas y remitidas a la Escuela Nacional de Sanidad o al centro especializado más próximo que se habilite reglamentariamente. Su examen deberá hacerse en un plazo máximo de 30 días. Dice el nuevo reglamento: "El propietario de las reses" -que, obviamente, es la empresa-, "podrá designar un representante para asistir al examen de las astas y, en su caso, hacer las observaciones que estime pertinentes".
El método para determinar si los pitones han sido manipulados fraudulentamente, se concretará en cuatro exámenes: biométrico, para establecer la relación de longitud, que será de uno a siete; examen de la cutícula con lupa estetoscópica; examen de la línea medular interna de la parte maciza, y estudio histológico o microscópico.
La relación de longitud que en la actualidad toman como base los examinadores de las astas es de uno a cinco, más rigurosa para la determinación del afeitado que la que establece el nuevo reglamento.
Babelia
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