Las formas judiciales

Dedico esta carta a todos los que redactan la sección de tribunales en este periódico. Quiero además pedirles que incluyan alguna vez en sus artículos no solamente datos, decisiones, sumarios, sino también lugares, formas, colores, comportamientos.Me explico: como estudiante de Derecho, he estado recientemente en algunos juicios de la Audiencia Provincial de Madrid. Lo que allí he visto, la sombra de esperpento litúrgico con la que vi cubrir aún a la justicia, debe ser conocido no sólo por quienes tenemos algo que ver con todo aquello. Pinto un cuadro: espacio rectangular, bancos de iglesia, un tribunal ante quien es norma hacer una pequeña reverencia de cabeza al entrar, un crucifijo dorado preside la sala. Sentados a diestra y siniestra, respectivamente, a mayor altura que el público, están el fiscal y el abogado, dispuestos a condenar o interceder en nombre del pecador; unos cuantos centímetros más arriba, desde unos grandes sillones rojos, "tres personas" se preparan para juzgar. Y abajo, en un turbio banco de madera sin respaldo, el presunto culpable aguarda.

En este cuadro he visto jueces dormidos (no sé si de viejos -nadie se rasgue las vestiduras- o de desinterés). Vi también cómo un juez que no tenía la suficiente educación para escuchar al abogado -o la bastante diligencia, pues ello es parte de su función en los juicios orales-, y que se dedicaba a firmar papeles, hablar o volver la cabeza de modo grosero, fue capaz de gritar a un acusado que había cruzado las piernas: "¡K., siéntese con corrección!".

Si es cierto que los magistrados son ciudadanos normales que

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