El diseño industrial

Sigo con interés los artículos que últimamente publican sobre diseño industrial, por dedicarme a esta profesión desde hace 20 años.Por este motivo quisiera puntualizar la exactitud de lo expresado en su editorial del pasado día 3, así como a la entrevista al señor Durán Lóriga, director de la flamante (según EL PAIS del 27 de noviembre) Experimental Escuela de Diseño Industrial.La enseñanza del diseño industrial se viene impartiendo en Madrid desde 1968 en la Escuela Central de Artes Aplicadas, calle de La Palma, 46. Los programas y criterios con que se establecieron desde su inicio estas enseñanzas fueron formar a los alumnos de acuerdo con las necesidades de la industria española en este campo, cosa que conocemos bien los profesionales que vivimos de ello.

Todo se ha venido haciendo, con la modestia, precariedad de medios e indiferencia con que la Administración de cualquier color o tendencia ha sometido siempre a estas escuelas. A pesar de ello, alumnos nuestros han conseguido diversos premios nacionales e internacionales, así como éxitos profesionales posteriormente a su graduación.

Al entrar el nuevo equipo en la Subdirección de Enseñanzas Artísticas, sin conocer siquiera lo que estábamos haciendo, y a pesar de haber querido contárselo, se inventa la Escuela Experimental de Diseño Industrial, que, como bien se desprende de la entrevista con su director, el arquitecto y ceramista don Miguel Durán, pretende estar ligada a la artesanía, lo cual estuvo muy bien en tiempos de William Morris, pero no en 1984.

Los programas a cuestionarios (BOE, 18 de junio de 1984, orden de 13 de junio de 1984) pueden dar lugar no sólo a un diseñador industrial, sino hasta un hombre nuevo, porque, casi no hay conocimiento humanístico, cultural o técnico que quede por enumerar. Sin embargo, la dificultad está en que los alumnos de esta escuela sólo van a disponer de dos años de clase (antes eran tres).

Pero no hay que desesperar, porque, como para 40 alumnos (20 por curso) hay nombrados 15 profesores (antes eran cinco) a lo mejor les da tiempo.

Claro que, de estos profesores, los únicos que vivimos del diseño industrial, como profesionales, hemos tenido que abandonar la enseñanza porque los horarios de mañana establecidos impiden la simultaneidad de ambas cosas. Igual les ocurre a nuestros alumnos, que la mayoría también trabaja. Con el nuevo horario, los alumnos no pueden estudiar si trabajan; a esto se le ha llamado siempre enseñanza clasista, pero ahora se le llama experimental.

Con todo lo expuesto, y más que se podría decir, todavía el señor Durán Lóriga no se explica "lo lejos que está España del éxito del diseño italiano". Pues yo sí.

No se puede pretender que el capital y la industria se tomen en serio a los diseñadores industriales mientras éstos no den muestras de seriedad -en sus planteamientos-