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Gert Bastian

El general de la RFA, hoy diputado 'verde', trabaja con un grupo de militares occidentales por la desnuclearización progresiva de Europa

Gert Bastian, nacido en Múnich hace 61 años, no es, desde luego, un hombre ambiguo. Este general de Alemania Occidental no parece haber tenido dificultades para elegir y decidir en cada momento qué quería hacer con su vida. Es, sin duda, un hombre que ama la certeza. Desde 1941 a 1979 tejió una brillante carrera militar de la que no reniega, e incluso de la que se siente sobriamente orgulloso. Una escrupulosa hoja de servicios, guardada en alguna carpeta de archivo investida de polvo, cuya lectura da fe de que Bastian ingresó en el cuerpo de oficiales del Ejército federal alemán (Bundesehr) desde los inicios de su creación. Y que llegó a ser general del Estado Mayor y comandante de la 12ª División Blindada. Aunque su hazaña más difundida sucedió en 1980, al abandonar el Ejército como protesta por la decisión de la OTAN de instalar los euromisiles.

Gert Bastian, además de militar, quiso también emular a Ulises. Puso su punto de mira en el mundo que se movía a su alrededor. Y a los 56 años inició su odisea, un arriesgado cambio de vida que ha resultado más fascinante que su primera decisión, aquella decisión juvenil de entrar en el Ejército. Como si Bastian, sin pretenderlo, hubiera demostrado que los límites de la libertad no son tan estrechos, que un hombre acostumbrado a obedecer, puede repentinamente sentirse sorprendido por brutalidad de su propia responsabilidad. Y lejos de perecer en el despiste, lejos de dejarse mecer por la cómoda y estéril ley de la confusión, Bastian optó por lo difícil, dio la vuelta a sus ideales y cambió sus convicciones.El mismo hombre que en su juventud se entregó a reconstruir el Ejército federal alemán para borrar el estigma del Ejército nacionalsocialista, "para enterrar el dolor de haber sido engañados" pero también "para mejorar mi situación material", ahora -quién podía sospecharlo- ha decidido combatir la actual estrategia de la OTAN.

Bastian no es antimilitarista. Su pasado está lo suficientemente cerca como para evitarle el radicalismo de los neoconversos. Simplemente, ayer pensó que su deber era contribuir a formar un Ejército limpio de la negrura vertida por los nazis; pensó, asimismo, que la amenaza soviética era real al finalizar la II Guerra Mundial; incluso supuso, como otros compatriotas suyos, que Adenauer hacía bien cuando propuso que la RFA formara parte de la OTAN. Pero ahora Bastian cree que su deber es oponerse a los euromisiles, denuncia que los Pershing y Cruise son cohetes diseñados para acosar y ganar a los soviéticos y está convencido de que ese juego mortal se librará sobre Europa. Y Bastian abandonó su Ejército para protestar por la doble decisión, para hacer ver a su institución, y a quien quiera oírle, que las bombas nucleares convierten en piezas de museo a los llamados planes defensivos y hasta a los mismos generales. Y que, como señala en su libro Forjemos la paz, publicado por Argos-Vergara, "la guerra nuclear sería el mayor y más imperdonable delito posible".

Diputado en 1984

El general se unió a los verdes y fue elegido diputado en 1983. Al no aceptar la política de cargos rotatorios que preconiza el sector mayoritario de los verdes, Bastian se separó de su grupo parlamentario, pero sigue trabajando con el movimiento. En concreto, Bastian ha impulsado un grupo de generales, más de 15 en estos momentos, que estudian nuevas vías de desnuclearización y desmilitarización de Europa.Bastian está unido sentimentalmente a Petra Kelly, una relación que resucita la vieja fórmula de los compañeros de cama y partido. La diferencia de edad entre los dos -Bastian tiene 25 años más que ella- también genera interpretaciones morbosas e incluso freudianas, alentadas por el aspecto frágil de la dirigente verde, de salud endeble a pesar de su vigor político, y la magnífica estatura de Bastian, tal vez inevitablemente protectora. Ellos no explican si lo suyo es costumbre, refugio o amor, pero en su reciente visita a España no se escatimaron caricias. Y Petra Kelly, acaparadora de periodistas, a veces señalaba a Bastian y decía que él también había escrito un libro y que era experto en desarme, una forma muy germánica de decir: "Mi Gert sabe mucho de esto".

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