Alarma entre la población boliviana ante los rumores de golpe
La tensión caracterizó el tercer día de huelga de los trabajadores bolivianos, mientras los obispos católicos aceleraban sus gestiones para lograr un acuerdo, esta vez con la empresa privada, que evite la amenaza de "hundimiento nacional" que anunció la jerarquía católica. Bolivia sufrió ayer, por tercer día consecutivo, la paralización casi total de sus actividades al cumplir, en la práctica, medio mes de sucesivas huelgas. Las tensiones laborales se desarrollan en el marco de una ola de rumores de golpe de Estado, que son fruto del silencio obligado de las emisoras de radio y que están provocando alarma e inquietud entre los ciudadanos.Según los partes oficiales de la Central Obrera Boliviana (COB), convocante de la huelga, ésta se acata disciplinadamente, al igual que las manifestaciones callejeras, que también ayer interrumpieron el tráfico normal de vehículos en el centro de La Paz.
Los obispos, que no han concluido las conversaciones con los trabajadores, convocaron ayer a los dirigentes de la Confederación de Empresarios Privados para proponerles una tregua social y un acuerdo que posibilite la solución de los problemas nacionales. Entre estos problemas destacan la inflación galopante, la recesión económica, el paro, el hambre y la desnutrición aguda de más de dos millones de menores de 20 años, que representan algo menos de la mitad de la población boliviana.
De acuerdo con la agencia de noticias Fides (católica), la interrupción de las conversaciones entre la COB y los obispos podría interpretarse como una "falta de interés de la COB en allanar los caminos que conduzcan a un diálogo constructivo y al levantamiento de la huelga nacional".
Mientras tanto, dirigentes de la COB -que anoche fracasaron en un nuevo intento de diálogo con el Gobierno- y portavoces oficiales manifestaron su disposición a intentar un nuevo diálogo que acabe con el paro indefinido. La huelga puede agravarse con el bloqueo nacional de carreteras por parte de los campesinos, que ha sido pospuesto durante 72 horas, "atendiendo una solicitud del Gobierno para poder responder a los planteamientos campesinos", según un informe oficial de la COB.
A la espera de que se reanuden las conversaciones, dirigentes sindicales y funcionarios gubernamentales reiteraron ayer sus críticas y acusaciones mutuas en torno a la responsabilidad de la huelga y a las derivaciones que podría tener en relación con la estabilidad de la precaria y endeble democracia boliviana.
El presidente, Hernán Siles Zuazo, permaneció ayer en su residencia en la que, los últimos tres días, ha celebrado reuniones políticas y de evaluación del movimiento huelguista, que ha determinado ya el fracaso de las últimas medidas económicas.
Siles parecía mantenerse a la espera de las decisiones del Movimiento de la Izquierda Revolucionaria (MIR), que en las últimas horas estudiaba su posible retirada del Gobierno, siguiendo los pasos de su aliado el Partido Comunista de Bolivia y dejando en solitario, para administrar la crítica situación política y económica, al partido de Siles, el Movimiento Nacionalista Revolucionario de Izquierda (MNRI).
El MIR optó por permanecer de momento en el Gobierno de Siles, probablemente hasta que se incluya una cláusula de habilitación en el proyecto de ley de convocatoria a las elecciones previstas para junio de 1985 que permita la candidatura de Jaime Paz Zamora (actual vicepresidente) a la jefatura del Estado.
Las críticas a esa posición han sido duras y se han vertido denuncias en torno al esquema que supuestamente ha preparado Paz Zamora en favor de una cúpula militar.
Los militares, entre tanto, siguen leales a la Constitución. Se habla de muchos complós subversivos, pero de momento son sólo rumores. Es evidente que existe un creciente malestar militar por el clima de caos y anarquía que se vive en el país, pero también es evidente que los altos mandos -de línea prodemocrática- aún pueden dominar la situación y evitar cualquier interrupción del proceso democrático.
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