Weinberger asegura que EE UU sólo debe intervenir militarmente en el exterior "como último recurso"
Estados Unidos defenderá militarmente sus intereses vitales en cualquier parte del mundo, y si lucha, lo hará sólo para ganar, afirmó el martes en Washington el secretario de Defensa norteamericano, Caspar Weinberger, al exponer la doctrina de la segunda Administración Reagan sobre el uso de la fuerza militar. Las intervenciones armadas sólo se ordenarán como último recurso, con el apoyo del Congreso y de la opinión pública, y con la máxima contundencia, evitando la política de intervención armada gradual que tan funestos resultados dio en Vietnam, explicó el jefe del Pentágono.
Weinberger, considerado como el líder de la facción dura de la Administración norteamericana, dijo que el presidente Ronald Reagan no permitirá que nuestras tropas sean arrastradas gradualmente al combate en Centroamérica o cualquier otra parte del mundo". "Nuestra política", añadió, "está dirigida a evitar una intervención directa norteamericana". Sin embargo, no descartó reacciones "inmediatas y fuertes a acontecimientos aparentemente pequeños, que pueden prevenir posteriores respuestas desmesuradas".Advirtió el secretario de Defensa que esta doctrina puede aplicarse en el futuro a Centroamérica, "debido a la posibilidad de una mayor penetración soviética en la región" y consideró la intervención militar en la pequeña isla caribeña de Granada como ejemplo a seguir cuando se decide utilizar la fuerza militar.
Weinberger descartó intervenciones militares "imprudentes" a gran escala y subrayó que el uso de la fuerza debe hacerse única y exclusivamente bajo condiciones muy estrictas y con objetivos "claramente definidos".
Los periodistas que asistieron a la intervención de Weinberger en el Club Nacional de Prensa, en Washington, trataron inútilmente de saber si el Gobierno estadounidense estima que sus intereses nacionales están actualmente amenazados por las acciones terroristas del líder libio Muammar el Gaddafi, por la Junta Sandinista en Nicaragua o por los palestinos o jomeinistas en Oriente Próximo.
Los repetidos ataques con explosivos contra embajadas, norteamericanas en Lisboa, Bogotá, Beirut y Roma y las sugerencias de una posible represalia armada de Washington, que tiene al portaaviones Eisenhower en alerta en el Mediterráneo, por si fuera necesario para un ataque antiterrorista, subrayan la oportunidad del discurso de Weinberger. Hace un mes, el secretario de Estado, George Shultz, se mostró partidario de represalias militares contra el terrorismo, aunque se corra el riesgo de matar a inocentes, y afirmó que EE UU no puede seguir siendo "el Hamlet de las naciones", siempre dudando sobre cómo responder.
Weinberger matiza más en este punto y cree que es preciso identificar perfectamente al agresor antes de tomar represalias que, en caso contrario, no serían efectivas. El jefe del Pentágono, uno de los tres hombres más influyentes de Estados Unidos, explicó en su discurso que, en la actualidad, la identidad del enemigo es menos clara que en el pasado y que la línea divisoria entre la paz y la guerra está menos clara.
Seis condiciones
El secretario de Defensa estableció seis condiciones que deben ser cumplidas antes de decidir una intervención militar norteamericana en el extranjero.La primera establece que EE UU no utilizará tropas fuera de sus fronteras, si no se considera que su uso "es vital para nuestros intereses nacionales o los de nuestros aliados". Explicó también que EE UU no asumirá la defensa del territorio de otras naciones soberanas cuando "nuestra propia libertad no esté amenazada, a menos que recibamos una fuerte invitación para hacerlo".
La segunda condición para intervenir es que el uso de la fuerza debe hacerse decididamente y con la clara intención de ganar".
La intervención armada debe tener unos objetivos políticos y militares claramente definidos, y el país debe tener la fuerza precisa y enviarla en la cantidad adecuada para conseguir la finalidad deseada, afirma la tercera condición de la doctrina Weinberger.
En cuarto lugar, la relación entre los objetivos de la intervención y las fuerzas comprometidas, su tamaño, composición y distribución, debe ser continuamente reevaluada y ajustada si es necesario.
La quinta condición establece que debe haber una garantía razonable de que se cuenta con el apoyo del pueblo norteamericano y sus representantes en el Congreso.
La sexta y última condición de esta doctrina es que la utilización de la fuerza militar debe ser el último recurso.
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