La campaña uruguaya finaliza plagada de incidentes personales
Como en un signo de mal agüero por las elecciones recortadas de hoy en Uruguay, la campaña electoral ha sido una sucesión de pequeños desastres: Fernando Ollú, miembro destacado de la dirección blanca y estrecho colaborador de Wilson Ferreira, murió súbitamente; Julio María Sanguinetti, candidato presidencial por la mayoría colorada, tuvo que ser operado de apendicitis; Jorge Pacheco Areco, candidato a la presidencia por la minoría ultraderechista de los colorados, sufrió un pinzamiento discal y una infección subsiguiente que aún le tiene maltrecho.
Los choques, vuelcos y despeñamientos vehiculares de los candidatos han sido cotidianos y Juan Carlos Paysee y Cristina Maeso, postulantes a la presidencia y vicepresidencia de la nación por una de las minorías del Partido Blanco, tuvieron que suspender su campaña tras precipitarse por un barranco; José d'Elía, el sindicalista que aspira a la vicepresidencia por el Frente Amplio, fue derrotado por una hepatitis, y el candidato presidencial por la Unión Patriótica, el ministro de la dictadura coronel Volentini, murió de un ataque cerebral el pasado jueves ante los micrófonos abiertos de la emisora de radio.Pero ni la bufa ni las libertades regateadas -proscrito el partido comunista y dos de los tres principales líderes políticos- han restado a estas fechas alegría y emotividad. Como contrapunto al siempre bullicioso Buenos Aires, Montevideo es una capital sosegada, provinciana, de escasa vida.
Estos días su fisonomía no es reconocible: la avenida del Dieciocho de Julio -por la fecha de la Constitución- es un hervor de banderas, pegatinas y pasquines, carromatos que asan choripanes, baluartes partidarios que ofrecen las listas de votación, puestecillos de fortuna donde puede adquirirse toda la iconografía ideológica o la efigie pirograbada en cuero de Ernesto Guevara de la Serna; los altavoces florecidos en los árboles escupen sus lemas y sus musiquillas ripiosas ("Zumarán, / Zumarán, los uruguayos, / Zumarán", "Sanguineti, el presidente; / Vasconcellos, el intendente", "De frente, de frente, / vote de frente"). En las veredas cantan o representan piezas cortas los artistas del Frente Amplio y los apaleados pendejos de Wilson Ferreira acampan frente a la Corte-Suprema de Justicia esperando la noticia de la liberación de su líder.
Desde hace dos días, a la ciudad de Salto y Paysandú arriban caravanas de autobuses que cruzan desde Argentina los puentes internacionales del fronterizo río Uruguay; los vapores de la carrera Buenos Aires-Montevideo y los aliscafos Buenos Aires-Colonia surcan abarrotados el achocolatado Río de la Plata. El puente aéreo entre los aeródromos de Aeroparque y Carrasco tenía sus reservas completas desde hace un mes: el Gobierno argentino de Alfonsín ha hecho festivo el viernes y el sábado y mañana lunes para todos los uruguayos que presenten en sus empresas el justificante electoral.
La gobernación socialista de Ríos financió el flete de los autocares que ayer cruzaban los pasos fronterizos brasileños de Río Branco. Las líneas aéreas europeas llegan por primera vez a Montevideo con el pasaje completo. Los hoteles no tienen habitaciones libres. Aun así, la saturación del transporte no ha permitido que más de 50.000 emigrados o exiliados ingresen al país para los sufragios de hoy. Otros, como Mario Benedetti, aún perseguidos por la dictadura, habrán de esperar a lo que ocurra tras el primero de marzo, fecha de la transmisión de poderes.
Resultados, mañana
A las dos de la madrugada del lunes se conocerán los resultados electorales, y la recta final, cabeza a cabeza, entre colorados, blancos y frenteamplistas, no permitirá hacer cábalas en los primeros tramos del escrutinio. En Uruguay, 10.000 votos montevideanos pueden dirimir una elección presidencial. Hay sondeos de opinión que oscilan profesionalmente entre la nigromancia y la escrutación de vísceras de las palomas. El instituto Gallup-Uruguay, el más solvente, adelantó en 1980 el triunfo de la reforma constitucional que plebiscitaron los militares, y en 1982, la victoria de las candidaturas oficialistas en las elecciones internas de los tres partidos entonces tolerados. Se ignora si por impericia o venalidad.En los penales de Punta Carretas, Punta Rieles, y Libertad esperan ya envejecidos, bastantes cancerosos y no pocos enloquecidos, más de 600 presos políticos, encabezados por el jefe tupamaro Sendic, quien, por medio de su hermano, ha saludado y bendecido la recuperación pacífica de la democracia.
La cotización del dólar americano sube cada día desde hace una semana ante las colas en las ventanillas cambiarias de los bancos y, si ganara el Partido Blanco o el Frente Amplio, el Gobierno habrá de decretar mañana feriado bancario si quiere evitar una estampida monetaria. Los militares han dado charlas electorales a sus soldados -todos profesionales, en Uruguay no hay reclutas-, en un intento de orientar los 68.000 votos uniformados. El episcopado uruguayo -capitidisminuido en una sociedad eminentemente culta y laica- lo ha condenado casi todo en su última pastoral, menos los casi 12 años de dictadura castrense.
Las infinitas radios montevideanas han montado dúplex para informar simultáneamente a la población de la jornada electoral de los orientales y del plebiscito sobre el canal del Beagle de los argentinos para sellar la paz con Chile. A trancas y barrancas, mal que bien, con un inciertísimo porvenir económico, pero entre canciones y paz, la civilización regresa hoy a esta orilla del Río de la Plata.
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