Herederos del pecado
Cinco millones de libros se están haciendo pedazos en la Biblioteca del Congreso de Washington a causa del papel de pulpa que se viene produciendo desde 1850. El microfilme no tiene una vida mucho más larga y las grandes bibliotecas del mundo han establecido una cruzada para salvar la cultura de la humanidad; pero el tiempo se acorta y el volumen de publicaciones es cada vez mayor. Las decisiones sobre qué textos se salvarán y cómo habrá de hacerse es sólo uno de los problemas de esos grandes depósitos del saber."Los autores hacen dinero, los editores hacen dinero y nosotros heredamos el pecado para el futuro", afirma Vartan Gregorian, director de la Biblioteca Pública de Nueva York, haciendo alusión a la dificultad que encuentran para preservar textos editados en mal papel y encuadernados con pegamento barato.
"La publicación electrónica acarrea otros problemas, porque, a menos que desarrollen un papel sintético, el papel será uno de los mayores lujos. Las bibliotecas enfrentan también la disyuntiva de continuar siendo lugares donde convivir con la literatura o convertirse en simples bases de datos. Como decía el escritor Carlos Fuentes: 'El problema es transformar la información en conocimiento'", comentó el director de la Biblioteca Pública de Nueva York.
Según Gregorian, esto presenta no sólo el problema de cuidar de los documentos valiosos por su antigüedad y rareza, sino el de decidir rápidamente qué textos contemporáneos deben tener prioridad en esta preservación. Si dar prioridad a lo nacional o hacerse responsables del conocimiento de toda la humanidad.
"La Biblioteca del Congreso (Washington) está experimentando con nuevas técnicas científicas en la preservación de textos, tratando de salvar 500.000 libros al año aplicando gas de diatril zinc. Irónicamente están utilizando una antigua base secreta antinuclear del ejército para rescatar los libros. Están transfomando el edificio con este fin. Pero, aun si salvan medio millón de libros al año, les llevará 20 años para terminar y, mientras tanto, el papel no resistirá. Cinco millones de libros se están cayendo a pedazos en la Biblioteca del Congreso; los puedes sentir deshacerse entre tus dedos", comenta Vartan Gregorian, director de la Biblioteca Pública neoyorkina.
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